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Los largos días de luz propios del verano invitan a disfrutar de un hogar más colorido. Colores como el verde, el azul o el amarillo son perfectos para esta época del año.

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Un salón de paredes blancas, suelo de barro y vigas de madera en el techo es sinónimo de verano. Si, además, se completa de un sofá con fundas de lino y objetos de mimbre, cuerda o esparto, no hace falta más.

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Deja que el color verde inunde tu salón con plantas distribuidas por varios rincones. Planta diversas especies en macetas y, por supuesto, elabora ramos de flores combinadas con hojas.

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