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Pocas actrices han rodeado su trayectoria (y su vida) de tanto misterio como lo hizo la inolvidable Greta Garbo. Con una espectacular carrera a sus espaldas, la actriz se retiró con 36 años y en el cénit de su carrera, después de rodar ‘La mujer de George Cukor’, uno de sus grandes filmes y siendo la actriz mejor pagada.
 

Y lo hizo a lo Garbo, con estilo y magnetismo, huyendo de la vida pública que, según decían, aborrecía. Su refugio fue un apartamento en Nueva York, que hoy sus descendientes venden por cinco millones y medio de euros. ¿Tienen precio las leyendas? 

© Halstead

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Situado en la calle 52 de Manhattan, el refugio de ‘La divina’ mira directamente al East River: un paisaje que le recordaba a Estocolmo, la ciudad donde nació. Bello y enigmático, encierra aún hoy esa belleza eterna de su propietaria más célebre. La vivienda tiene tres dormitorios con baño, salón, comedor, cuarto para la colada y una amplia cocina. Grandes ventanales enmarcan el paisaje urbano, mostrando un bello paisaje del río, pero también espectaculares amaneceres y atardeceres, que permiten soñar con la época dorada de Hollywood. 

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En cuanto a la decoración interior, el rosa se apodera de lujosas telas y espectaculares alfombras, en un escenario donde los muebles de estilo Regencia y la colección de arte potencian la sofisticación y la elegancia de un estilo que no pasa de moda. Al ver el amplio salón en ‘L’, con chimenea y una biblioteca separada del resto, no es difícil imaginar a la actriz como la anfitriona perfecta, recibiendo a sus amigos y conocidos, vestida elegantemente y, quizás, con una sonrisa –teniendo en cuenta que tenía el sobrenombre de ‘la que nunca se ríe’–. 

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El lujo más elegante se apodera del apartamento de la actriz sueca y su estilo se deja sentir en cada rincón. El comedor respira el espíritu escandinavo, con un sutil toque de ‘glamour’. Aquí, la madera se apropia del suelo y el techo, ya que las paredes están revestidas de exquisita madera y el brillo dorado de los candelabros y las antigüedades francesas se mezclan con la belleza y la inspiración de las obras de arte pertenecientes a la actriz y que forman parte del precio final del inmueble. 

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La luz se cuela en toda la vivienda, gracias a los amplios ventanales, que ofrecen, además, unas vistas espectaculares y la conectan, al mismo tiempo, a la ciudad de Nueva York. La cocina también de madera y con encimera de piedra negra, cuenta con una cómoda zona de ‘office’ que mira al río, para desayunos y comidas informales, y con un amplio espacio de almacenaje, que la dota de un plus de funcionalidad. 

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Buscando la comodidad, cada dormitorio cuenta con su propio cuarto de baño, en los que también se nota la elegancia clásica del resto de las estancias. Un estilo que es por sí innato a este hermoso inmueble de Manhattan construido en 1927, donde la genial y misteriosa Greta Garbo pasó sus últimos 40 años y que hoy sale al mercado inmobiliario por cinco millones y medio de euros. 

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El dormitorio principal posee la elegancia y la belleza de Greta Garbo. Forrado con paneles que la actriz mandó traer de Estocolmo y con bellas sedas, su luz –potente y directa– crea una estancia ligera visualmente, a pesar de la riqueza de texturas y materiales que posee. El balcón también es una clara invitación a la luz y, quizás, la ventana al mundo exterior de la estrella de cine. 

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Una decoración clásica y serena, propia de la época dorada de Hollywood, se apodera de cada estancia, de cada rincón. El segundo dormitorio parece una bella caja de música. Paredes enteladas albergan una gran cama, que, sin embargo, no es la protagonista del espacio, ya que la gran librería de madera acapara todas las miradas. La luz natural también inunda todo, ampliando los metros visuales y aligerando el mobiliario. 

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Las vistas son protagonistas nuevamente en este dormitorio con dos camas. Dos amplios ventanales, bajo uno de los cuales se ha situado una cómoda zona de sofás, llenan de luz y ‘vida’ la estancia. Los techos altos, los muebles de madera y el color rosa vuelven a dominar la decoración, creando espacios clásicos, pero también atemporales. 

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El refugio de Greta Garbo cuenta con una distribución cómoda y fluida, donde un gran pasillo, con el dormitorio principal a un lado y la cocina a otro, comunica las diferentes estancias. Los techos altos, las molduras y las paredes forradas dotan a este piso una elegancia innata, que no necesita más artificio para brillar con luz propia. 

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