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Muchas cosas sucedieron en 1989. Las revoluciones sacudieron a Europa terminando con la caída del Muro de Berlín, mientras en Japón se abría una nueva era con el ascenso al trono del príncipe Akihito y la mítica obra cinematográfica italiana, Cinema Paradiso, ganaría un Oscar. Ese año, se casaban el príncipe Kyril de Bulgaria y Rosario Nadal en Mallorca, mientras que en el Reino Unido seguían con atención la primera boda del Conde Spencer, con presencia de Carlos y Diana de Gales y con la mítica tiara de la casa coronando a la novia. Sin embargo, por muchas razones, la boda que pasó a la historia no fue otra que la de Diego Armando Maradona con Claudia Villafañe, la mujer que estaría al lado del futbolista desde la adolescencia y madre de dos de sus hijas. Así fue la que muchos consideraron 'la boda del siglo', que cubrieron medios de todo el mundo y que no faltó en las páginas de la revista ¡HOLA!

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La boda se celebró el 7 de noviembre de 1989, dos días después se caería el Muro de Berlín, un anticipo de la Unión Soviética que se disolvería dos años más tarde. El dato, además de contextualizar la situación que atravesaba el mundo con el final de Guerra Fría en ciernes, es curioso, ya que uno de los nombres que figura en el listado de las numerosas personalidades que fueron invitadas a la boda de Maradona es el de Fidel Castro, cuya amistad se mantuvo a lo largo de los años y casualidades del destino fallecieron los dos un 25 de noviembre. El cubano, igual que Carlos Menem –entonces Presidente de Argentina- y Silvio Berlusconi –que por aquel entonces solo era un conocido empresario sin trayectoria política que quería llevarse a Maradona al AC Milan-, decidieron no asistir, pero enviaron saludos a la pareja que eligió la Basílica del Santísimo Sacramento de la ciudad de Buenos Aires para la celebración religiosa.

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En total fueron invitadas 1200 personas, aunque nunca llegó a transcender el número exacto de los que asistieron. El medio argentino Clarín recuerda la presencia de  Mauricio Macri, actual Presidente de Argentina, que por aquel entonces era un conocido empresario y que presidiría el Club Atlético Boca Juniors desde 1995 hasta el 2007, club ligado a la vida deportiva de Maradona.

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El futbolista contrató un avión que voló de Italia a Argentina para que volara la plantilla al completo del Napoli, así como los entrenadores, el cuerpo técnico y grandes personalidades, la mayoría empresarios del mundo del fútbol.

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Por aquel entonces ya habían nacido las dos hijas de la pareja, Dalma y Gianinna, que se convirtieron en dos pequeñas protagonistas en los brazos de sus padres. Ellas fueron el motivo por el que el futbolista contrató -según recuerdan medios del país- a Flavia Palmiero, una famosa presentadora de programas infantiles, para amenizar la boda a los más pequeños. 

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El escenario elegido para la fiesta fue toda una declaración de intenciones de las dimensiones de la boda con la que soñaba el Pelusa, que por aquel entonces ya se había consagrado como una estrella del futbol tras una temporada memorable en el Napoli. La pareja eligió el Luna Park, el mítico estadio de Buenos Aires que es un su símbolo nacional ya que, entre otras cosas, se dice que allí se conocieron Juan Domingo y Eva Perón. En ese mismo lugar actuó Fran Sinatra, se veló a Carlos Gardel, se recibió a Juan Pablo II y se han celebrado infinidad de combates de boxeo. Todo un presagio de como terminaría la tormentosa relación de la pareja.

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Convertir un estadio deportivo en un salón de bodas no fue fácil, pero se contrató a un escenógrafo que trabajó a contrarreloj para que el aspecto fuera algo parecido cubriendo las gradas vacías y los techos con metros y metros de brillantes cortinajes que simulaban una cascada, plantas, flores y lujosos candelabros cuyas velas nadie se acordó de encender. En la imagen, la novia cumple con la tradición de lanzar el ramo. 

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Muchos detalles de la celebración los novios se encargaron de contarlos por adelantado. Así se supo que Maradona había elegido su traje en una cotizada sastrería italiana y que Claudia había elegido un diseño de Elsa Serrano, una conocida modista argentina, que costó siete mil euros de la época y que acompaño con una tiara de diamentes y perlas de la que nunca llegó a saberse el valor. Los guiños a Italia, país que asistió a la consagración de Maradona, y a Argentina se repitieron en muchos sentidos y la pareja también confeccionó dos listas de boda para la ocasión. El regalo más caro que figuraba en la lista era una cabeza de caballo tallada en cristal y que rondaba por aquel entonces lo que ahora serían doce mil euros. 

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Como sucede a menudo con la vida de las personas que se convierten en leyenda, en torno a su boda hay un sinfín de anécdotas que no se sabe sin son fantasía o realidad, como que en la tarta había escondidos cien anillos de oro a modo de premio, con si de un roscón de reyes se tratara, pero en lo que todos coinciden es que su boda fue como su vida, una celebración de dimensiones hiperbólicas que duró hasta el amanecer.

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