Los hermanos Carlos, marqués de Griñón, y Fernando Falcó, marqués de Cubas, han fallecido con solo siete meses de diferencia. Hijos de los aristócratas, Manuel Falcó y Escandón e Hilda Fernández de Córdoba y Mariátegui, los dos recibieron una educación cosmopolita y esmerada. Sin embargo, en los años 80 sumaron una faceta hasta entonces poco habitual en una familia cuyos títulos nobiliarios se remontan al reinado de Isabel II y es que los dos comenzaron a copar las portadas por sus relaciones sentimentales. Los 81 años que ha vivido el marqués de Cubas han estado marcados por la discreción, últimamente solo se dejaba ver en citas sociales muy señaladas, salidas a los toros o en comidas con miembros de la nueva generación Falcó, como su hijo Álvaro, o sus sobrinas, Xandra y Tamara. Sin embargo, hubo un tiempo en el que los movimientos de Fernando Falcó suscitaban el interés de la prensa, fueron los años ochenta y durante su matrimonio con Marta Chávarri, hija de diplomático y bisnieta del conde de Romanones. Tanto su boda, celebrada el 2 de junio de 1982, como la posterior ruptura, siete años después, u otros momentos familiares, como la comunión del único hijo del matrimonio, se vieron reflejados en las portadas.
Durante esa década ocurría lo mismo con su hermano Carlos Falcó, marqués de Griñón, que tras su matrimonio con Jeannine Girod, con la que había tenido a sus dos hijos mayores, Manuel y Xandra, se casaba en segundas nupcias con una Isabel Preysler ya muy conocida y que se había divorciado de Julio Iglesias, con el que había tenido a Chábeli, Julio y Enrique.
En los 80, los marqueses de Griñón y Cubas estuvieron casados con las dos mujeres más admiradas del país, Isabel Preysler y Marta Chávarri, respectivamente y sus bodas, sus vidas matrimoniales, el nacimiento de sus hijos y sus sonadas rupturas, ocuparon muchas portadas de la época. Un ejemplo es la del nacimiento de la única en común que tuvieron los marqueses de Griñón, Tamara Falcó vino al mundo el 20 de noviembre de 1981 y está a punto de convertirse en la nueva marquesa de Griñón, título que le legó su padre, fallecido a causa del coronavirus el pasado marzo.
Tras la ruptura con Isabel Preysler, Carlos Falcó continuó haciendo alguna aparición esporádica en las portadas siempre con elegancia y poniendo el foco en los asuntos que a él le interesaban: el cuidado de la tierra y sus viñedos. Así el ingeniero que fue un adelantado a su tiempo, pionero de la viticultura de nuestro país, bodeguero reconocido y capaz de situar los vinos (y también los aceites) españoles en el mapa internacional recibía ¡HOLA! en compañía de su hija Tamara Falcó en la finca Casa de Vacas durante la vendimia de septiembre de 1985. Este tipo de reportajes se repitieron en años posteriores y el marqués los hizo con frencuencia en compañía de sus hijas, Xandra y Tamara, como una forma de dar a conocer el relevo generacional con el que contaba en sus negocios, ya que ambas trabajaron con él.
Durante la última etapa de su vida, la que compartió con Esther Doña, Carlos Falcó también vio su vida reflejada en las portadas de ¡HOLA! y abrió a la revista las puertas del espectacular Palacio El Rincón con motivo de la fiesta que dieron con motivo de boda, un enlace que para el marqués sería el cuarto y el último de una biografía tan intensa como interesante de la que dejó buena parte de sus memorias escritas en un libro que se tituló La buena vida y que publicó en el año 2016.