Posadas sobre una colina están las murallas que protegen San Gimignano, una pequeña localidad a 30 kilómetros de Siena. Sobresaliendo del conjunto sus numerosas torres, que marcan su perfil en la distancia, son una muestra del poderío de las acaudaladas familias de mercaderes que habitaban en ella en el medievo. Hasta 72 llegaron a levantarse en este pueblo de la Toscana, de las que hoy todavía siguen en pie una docena y media. La más antigua es la Rognosa, llamada en realidad del Podestà, y la más alta, la Torre Grossa, con 54 metros de altura, a la que se puede que subir para admirar una de las mejores panorámicas de la llamada “ciudad de las torres”.
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