La pequeña localidad de Aracena va sobrada de encantos para una visita. Primero por su arquitectura tradicional, una villa blanca típicamente andaluza con un caserío que destaca entre los verdes montes que la rodean. También por el parque natural de la sierra a la que da nombre, repleto de dehesas de encinas, alcornoques, castaños y robles por donde pasta en libertad el cerdo ibérico. Y el tercero de los motivos son sus secaderos y bodegas, de donde sale uno de los mejores jamones ibéricos del mundo.
No son los únicos tesoros, porque Aracena guarda uno mayúsculo bajo sus entrañas: La Gruta de las Maravillas. Un capricho de la naturaleza de gran extensión, que ha dado lugar a un complejo kárstico formado por la filtración del agua durante millones de años con formaciones como estalactitas, estalagmitas, columnas, gours, pisolitos… un mundo subterráneo de gran belleza descubierto por trabajos mineros hacia mediados del siglo XIX y que se abrió al público como primera cueva turística de España en 1914.
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