Todo en esta ciudad queda a mano caminado: la via del Fosso, recorrida por un canal, la de Santa Croce, llena de cafés, tiendecitas y pequeños comercios, el palacio y a la torre Guinigi, singular por la curiosa vegetación de su azotea o la piazza redonda del Anfiteatro. A espaldas de esta, la basílica de San Frediano es de las más antiguas de la ciudad, con un espectacular mosaico en su fachada. Pero por cualquiera de las encantadoras callejuelas empedradas que se pase van asomando edificios de piedra, palacios renacentistas, iglesias y plazas, como San Michel o la monumental de Napoleón, un inmenso rectángulo presidido por el Palacio Ducal. Un poco más allá, a 5 minutos de paso, la de San Martino, en la que se levanta la catedral.