Pero aun siendo el más conocido, el lago de Sant Maurici no es ni el más grande ni el más bello. Entre las 200 lagunas que salpican la accidentada geografía del parque las hay de todo tipo, forma y color. Alargadas, como el estany Tort; redondas, como casi todas las de las cotas superiores, ya sea el Amitges o el Rodo; de colores azulados, como el Ratera, u oscuros como una noche de pesadilla, caso del estany Negre. Agua y roca en mil combinaciones posibles para vestir un espacio singular.
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Aigüestortes, la mitad occidental del parque, es la zona en torno al río Sant Nicolau, que desagua en el valle de Boí. Aquí el agua es el verdadero protagonista, porque fluye y se embalsa de mil modos diferentes, desparramándose en docenas de brazos y meandros por una extensa pradera herbácea y recogiéndose en cada oquedad de granito. Nunca un nombre (aguas retorcidas o tortuosas) estuvo tan justificado. Este espacio llano, de bosques, prados y agua se recorre a través de un itinerario circular de pasarelas de madera sin ninguna dificultad e ideal para hacer con niños.