Decidida a acabar con la caza del zorro, y a hacer realidad su sueño ecológico, la diseñadora, hija del célebre Paul McCartney, ha comprado una finca en el condado británico de Worcester que tradicionalmente ha permitido el paso de los jinetes de la zona que practican este tipo de arte cinegética, con la intención de prohibirles que franqueen sus puertas. Una vez hecha esta prohibición, la joven, de 29 años, ha anunciado que pretende convertir el lugar en una granja de cultivo respetuoso con el medioambiente. Y es que Stella McCartney es vegetariana y se halla fuertemente implicada en la lucha por los derechos de los animales, de tal manera que incluso se niega a viajar en aviones cuyos asientos estén forrados de cuero y a diseñar ninguna prenda con pieles, algo que ha sido muy criticado por otros modistos, como por ejemplo Karl Lagerfeld.
Con esta iniciativa la joven sigue los pasos de su padre, que posee su propia granja de cultivo ecológico en Sussex.
Estos planes han alterado la tranquila existencia de los habitantes de la tranquila localidad vecina, el pueblo de Bishampton, poco acostumbrados a las excentricidades. Sin embargo, lo que parece ignorar la diseñadora es que su finca se halla en las proximidades de un campo de aviación abandonado en el que se han enterrado cientos de cabezas de ganado tras la última epidemia de peste porcina, según se ha publicado en la prensa británica.