El espacio es limitado y no siempre contamos en nuestras casas con los metros cuadrados que nos gustaría. Si vives en un piso pequeño con pocas habitaciones, seguramente tus hijos tendrán que compartir el dormitorio. Lejos de ser un problema, esta circunstancia tiene también sus ventajas, aunque para verlas y disfrutarlas se hace necesario poner en práctica algunas técnicas de orden y organización.
Una experiencia positiva
Puede que pienses que el hecho de que tus hijos tengan que compartir la habitación es una situación negativa. Y aunque lo ideal es que cada uno cuente con un cuarto propio e independiente, la realidad es que esto no siempre es posible. En muchas ocasiones las casas son pequeñas y no cuentan con habitaciones para todos los miembros de la familia.
Sin embargo, esta experiencia, en lugar de ser negativa, puede ser todo lo contrario. Los hermanos desarrollan más confianza entre ellos, se sienten más acompañados cuando lo necesitan (lo que es importante cuando son pequeños) y aprenden a compartir, a ser más tolerantes y a resolver los conflictos que surgen de manera inevitable. La clave está en conseguir que los dos hermanos estén cómodos y se sientan a gusto en su cuarto.
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