Dos teletrabajadores, ¿cómo lograr la ansiada armonía?
Rita tiene claro que lo primero, y esto es aplicable a todo, es hablar y entenderse. Ponerse de acuerdo sobre el lugar de trabajo que cada uno va a ocupar en la casa, y coordinarse para que las necesidades de uno no interfieran en las del otro.
Por supuesto que hay recursos para aislarnos en un momento determinado, cuando necesitamos, por ejemplo, mantener una reunión online. Lo recomendable es utilizar cascos y si es posible, mamparas y tabiques móviles que nos dan flexibilidad de uso y nos permiten dividir el espacio de manera funcional, aislándonos acústica y visualmente cuando necesitamos mayor privacidad. En este despacho para compartir de Actiu el separador es una mampara baja.
Podemos también reservar ciertas zonas de la casa para mantener videoconferencias o llamadas telefónicas, en función de las condiciones técnicas y la comodidad que nos brinden, y evitando así molestias a nuestro compañero.
Es importante tener un espacio propio, en una zona tranquila donde poderse concentrar y que permita separar el ámbito personal del laboral, aunque estemos en casa. Y, por supuesto levantarte, cada cierto tiempo, moverte, mirar por la ventana o salir a tomar un café a la terraza. “El sedentarismo es aún más peligroso cuando se trabaja en casa, por lo que desde la arquitectura saludable siempre proponemos alternativas (como trabajar con mesas que se elevan para poder trabajar o reunirnos estando de pie, e incluso hacer algunos estiramientos)”, advierte la neuroarquitecta.
El entorno debe contribuir a la ‘armonía laboral’ y a la productividad. Así pues, elementos como las alfombras y otros revestimientos absorben el ruido, contribuyendo al confort acústico, sin olvidar el resto de los factores que mejoran nuestro bienestar físico y mental: luz (adaptada a cada puesto de trabajo); confort higrotérmico, calidad del aire, mobiliario, colores, biofilia, ergonomía, vistas…
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