De estrella infantil a desaparecer del cine: la factura que la fama le pasó a Mara Wilson, protagonista de 'Matilda'

La actriz, que presenta su libro de memorias, comenta cómo su breve carrera estuvo marcada por el personaje de la película, la muerte de su madre y las críticas a su aspecto

Por M. J. S

La actriz Mara Wilson tenía solo nueve años cuando la película Matilda, en la que interpretaba a una niña con extraordinarias capacidades que hacía frente a sus malvados padres, la convirtió en estrella. Ya había participado antes en otros títulos como Señora Doubtfire (1993) y Milagro en la ciudad (1994), películas que hicieron de Mara una de las actrices infantiles mejor consideradas. Sin embargo, tres años después, cumplidos los doce, dejaba los focos. Han pasado más de 25 años desde aquel éxito que le llegó cuando era apenas una niña y ahora la artista, que tiene 35 años, ha decidido contar su historia en un libro Good Girls Don’t, en el que repasa su pasado y reflexiona sobre cómo afecta obtener la fama de manera tan repentina.

“No creo que puedas ser una estrella infantil sin sufrir daños” asegura en declaraciones a The Guardian. “Un niño malcriado es aquel que no hace lo que se le dice; los niños actores solo hacen lo que se les dice. Los niños malcriados son egoístas y codiciosos; los niños actores a menudo mantienen a sus familias. Un niño malcriado nunca llegará muy lejos en la industria del entretenimiento” asegura la artista. Wilson repasa su comportamiento entonces, reconociendo que se convirtió en una niña muy complaciente por miedo al rechazo. Cuenta además que fue “devorada” por su personaje. “Notaba cómo las personas que me conocían se sentían decepcionadas porque yo no era tan inteligente, divertida o agradable como esperaban que fuera. Creo que esperaban que fuese Matilda, que es maravillosa, pero no es real” apuntó.

Su fama llegó en un momento complicado pues perdió a su madre a causa de un cáncer casi al mismo tiempo. “Me sentí completamente perdida. Estaba quién era yo antes de eso y quién era después”. Ese fue otro motivo por el que le resultó complicado lidiar con el éxito. Reflexiona Mara sobre la factura que pasa el ser una estrella infantil, aunque reconoce en estas declaraciones que ella no se sintió insegura en Hollywood, pues tuvo la suerte de cruzarse en el camino con personas que se interesaban por su bienestar. No obstante, comprende las complicadas historias de otros artistas que se ven sobrepasados por el peso de la fama y caen en adicciones. “Si pones tanta presión sobre alguien, ¿cómo esperas que no fracase? Si le haces saber que estás observando cada uno de sus movimientos, se rebelarán y tratarán de formar su propia identidad” apunta.

Cuando cumplió los doce años sintió que ya no atraía a los directores. “Me afectó durante mucho tiempo porque tenía la idea de que si ya no eres mona, si no eres guapa, entonces no tienes valor” explica. Reconoce que durante un tiempo se obsesionó y se repetía que era "fea y gorda", cosas que leía en opiniones destructivas. Esto le provocó muchos problemas psicológicos y depresión. Entonces su padre le dijo: “Sabes que siempre puedes parar, ¿verdad?”. Y fue precisamente lo que hizo. Después de estos inicios en la industria, Wilson estudió en una escuela artística que pagó ella misma con lo que había obtenido (sus padres habían sido previsores a este respecto, guardando sus ganancias). Descubrió su amor por la escritura y el teatro y siguió luego su formación en la universidad de Nueva York.

Alejada definitivamente del cine se ha dedicado a escribir (publicó ya unas memorias en 2016) y a poner su voz en audiolibros y en el podcast de ficción Welcome to Night Vale. Aclara que no sabe si quiere volver a actuar pues no tiene claro si tendría cabida en el cine actual porque no tiene intención de cambiar. “No sé si sabrían qué hacer con una morena, bajita y con curvas. Y no quiero que alguien me diga que tengo que perder peso u operarme la nariz” dice. “Me he definido durante mucho tiempo a través de los demás, de los medios y de la industria de Hollywood, en lugar de definirme por mí misma” concluye.