Pero está claro que la mayoría de los que acuden de vacaciones a esta región, lo hace atraída por la posibilidad de disfrutar de sus 350 kilómetros de pistas y sus 150 kilómetros de sendas de esquí de fondo. Los que prefieran emociones aún más fuertes pueden salirse de las rutas establecidas y apostar por trepidantes descensos entre bosques y glaciares. O bien atreverse con el ‘Cresta Run’, un tobogán por el que hay que lanzarse cabeza abajo y que puede alcanzar la velocidad de 85 kilómetros por hora.
Los que quieran divertirse de una manera más relajada y sin necesidad de utilizar los esquís, St. Moritz ofrece una gran cantidad de alternativas: disfrutar en primera fila de carreras de caballos y galgos sobre el lago helado, asistir a las competiciones de polo o críquet, darse un paseo en trineo o seguir una de las muchas rutas especialmente diseñadas para los amantes del senderismo, que permiten apreciar el magnífico paisaje y el entorno privilegiado de este elitista lugar de vacaciones.
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