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Playa de Caños de Meca, situada en el Parque Natural de La Breña
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La Torre del Tajo
Resta el tramo más pedregoso del camino. A lo lejos se divisa la Torre del Tajo, el emblema histórico del parque natural. Un tupido pinar sombrea los últimos metros antes de llegar al restaurado torreón, desde cuyas almenas se otearon entre los siglos XVI y XVIII los confines marinos. Un pequeño paseo conduce hasta el aterrador borde del acantilado. El mirador no es recomendable para aquellos que padezcan de vértigo, pero sí para los amantes del paisaje más puro y descomunal .En días claros, desde él se advierte la costa marroquí, desde Tánger hasta el Yebel Musa. A la izquierda despunta el cabo y el faro de Trafalgar, y a la derecha, la dulce bahía de Zahara de los Atunes.
Camino a Caños de Meca surgen otros senderos que conducen directamente a los acantilados, pero esta vez no hay vallas que protejan al caminante, por lo que es preciso extremar las precauciones. La imponente altura de los acantilados ha inspirado leyendas de amantes despechados o de barcos encallados entre las afiladas rocas del fondo, cuyos espíritus aún vagan por la noche estrellada de Barbate. El último tramo es especialmente ameno. La bajada es suave y cómoda. Caños de Meca aparece al fondo, envuelto por las verdes copas de los pinos. A lo lejos se divisa el mítico faro de Trafalgar, testigo de la legendaria batalla que enfrentó en 1805 a las tropas inglesas, capitaneadas por Nelson, contra los barcos de la alianza franco-española.
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