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Andalucía

Acantilados de Barbate

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Pescadores en el puerto de Barbate preparando sus redes


Molino abandonado

Coronado el primer trecho de monte bajo, el sendero penetra en el bosque de pinar y se une a un camino mayor que viene de la carretera que une Caños de Meca y Barbate. Paralelo a la costa y serpenteante, el sendero está protegido por una serie de vallas y parapetos en los puntos más peligrosos. Primeramente se encuentra un molino abandonado, levantado a principios del siglo XX para aprovechar el agua dulce de los caños. Doscientos metros después se halla una casa derruida, la vieja vivienda de los molineros, junto a dos puestos abandonados para la vigilancia de la costa.

El camino continúa su ascenso, aunque es prácticamente inapreciable por la suavidad del terreno y por el paisaje que desde él se contempla. A la izquierda quedan los barrancos y desfiladeros, los afilados acantilados cuya caída libre oscila entre los setenta y cien metros de altura; a la derecha se extiende el infinito pinar. Más adelante encontraremos la cantera, de la que se extrajo la tierra para construir, a mediados del pasado siglo, el puerto barbateño. Hoy ha quedado como testimonio de otras épocas, como un gran pedregal en cuya cabeza crecen el pino y el matorral.

Playa de Caños de Meca, situada en el Parque Natural de La Breña


La Torre del Tajo

Resta el tramo más pedregoso del camino. A lo lejos se divisa la Torre del Tajo, el emblema histórico del parque natural. Un tupido pinar sombrea los últimos metros antes de llegar al restaurado torreón, desde cuyas almenas se otearon entre los siglos XVI y XVIII los confines marinos. Un pequeño paseo conduce hasta el aterrador borde del acantilado. El mirador no es recomendable para aquellos que padezcan de vértigo, pero sí para los amantes del paisaje más puro y descomunal .En días claros, desde él se advierte la costa marroquí, desde Tánger hasta el Yebel Musa. A la izquierda despunta el cabo y el faro de Trafalgar, y a la derecha, la dulce bahía de Zahara de los Atunes.

Camino a Caños de Meca surgen otros senderos que conducen directamente a los acantilados, pero esta vez no hay vallas que protejan al caminante, por lo que es preciso extremar las precauciones. La imponente altura de los acantilados ha inspirado leyendas de amantes despechados o de barcos encallados entre las afiladas rocas del fondo, cuyos espíritus aún vagan por la noche estrellada de Barbate. El último tramo es especialmente ameno. La bajada es suave y cómoda. Caños de Meca aparece al fondo, envuelto por las verdes copas de los pinos. A lo lejos se divisa el mítico faro de Trafalgar, testigo de la legendaria batalla que enfrentó en 1805 a las tropas inglesas, capitaneadas por Nelson, contra los barcos de la alianza franco-española.

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Ver descripcion Cádiz, el mirador del Atlántico