|
Pollença, la ciudad y el puerto
De Lluc a Pollença, la carretera está flanqueada por laderas de rocas, que, como en el Torrent de Pareis, evocan grupos escultóricos, juegos de titanes y sueños de una orografía cincelada con pretensiones mágicas. Esta población, en la que se serena y pierde monumentalidad la sierra Tramuntana, se ha caracterizado por una increíble actividad cultural animada por poetas, músicos y pintores.
En el claustro del convento de Santo Domingo se ofrecen las sesiones del festival de música clásica en verano y otras actividades de interés cultural. Desde el Puig de María y desde la capilla de El Calvari, la villa muestra todo su esplendor al visitante. La plaza central ofrece, además, estampas de una vida tradicional, que se mantiene pese a la marcada influencia del turismo y los nuevos residentes. A seis kilómetros, el puerto de Pollença es una estación marítima y estival de entrañable valor. Delante de su playa, el sinuoso paseo abierto bajo los pinos que dan sombra a las casas de veraneo y a las pequeñas calas permite andar por la costa y gozar con la belleza de la bahía. Este trozo de litoral tiene un especial atractivo para los ingleses, que desde antiguo buscaron días de descanso en sus instalaciones hoteleras.
|