La fiesta del caballo salvaje

Corceles maravillosos

Galicia ha sido siempre tierra de buenos caballos. Los romanos creían que eran tan rápidos y montaraces porque las yeguas eran fecundadas por el viento. Durante la Edad Media, de aquí salieron los caballos para los ejércitos cristianos, y el Rey Alfonso X, el Sabio, hablaba de los muchos que se traían del Norte gallego. Todavía ahora, a finales de este siglo, la mayor parte de ellos siguen siendo salvajes y viven en libertad. A pesar de que al apóstol Santiago se le representa en las iglesias gallegas cabalgando un corcel blanco, no se suelen ver caballos de dicho color por estos montes. Lo más corriente es que sean parduscos, grises o negros.


Cuentan que, hace unos cuantos años, apareció un misterioso caballo blanco que encabezaba las manadas y las historias empezaron a correr de boca en boca. Pero cuando llegaron los días del «curro», el maravilloso corcel fue aprehendido y se comprobó con desilusión que era un simple animal de labranza que se había escapado uniéndose a sus compañeros que vivían libres todo el año.