Ariana Grande se ha convertido en la definición de etéreo tanto en su carrera como en su estilo. Recién comenzado el tour de Wicked, y ya la hemos visto lucir piezas de archivo y muchas otras hechas a la medida. Ahora, en su paso por Singapur, la artista apareció envuelta en una creación que marca un antes y un después en la moda contemporánea: el primer diseño custom made de Pierpaolo Piccioli bajo el sello de Balenciaga.
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Esta pieza une dos de las visiones más potentes de la alta costura actual — el talento de Pierpaolo, y el ADN de Balenciaga— y traduce en una pieza la esencia de esta etapa en la carrera de Ariana.
El vestido en cuestión
La silueta, confeccionada en un tono rosado con destellos tornasol, fluye como una extensión de la propia aura de Ariana. La prenda alargada y estructurada, combina una caída que acaricia el suelo con una textura que evoca la elegancia del terciopelo y los pétalos de flores.
Cada lentejuela parece suspendida en el aire, atrapando la luz de manera casi mística, haciéndola ver como una verdadera bruja buena y etérea cuya figura parece flotar. La pieza crea un equilibrio entre poder y delicadeza, una verdadera Glinda contemporánea que deja atrás la teatralidad para brillar de la manera más auténtica posible.
Pierpaolo en Balenciaga
Este diseño es además representa un acontecimiento simbólico: Pierpaolo Piccioli, tras su salida de Valentino, colabora por primera vez con Balenciaga en una pieza hecha a la medida para la cantante. Fusionando su sensibilidad romántica con la arquitectura vanguardista de la maison francesa.
Esta pieza crea diálogo visual pues la estructura precisa y casi escultórica de Balenciaga se suaviza bajo la mirada poética de Piccioli, dando lugar a una nueva noción de feminidad —etérea, pero sólida; moderna y profundamente emocional.
El styling complementario de Law Roach
El estilismo, minimalista y controlado, potencia esta atmósfera. Con un peinado recogido de aire vintage y un maquillaje luminoso que resalta su mirada suave, Ariana se convierte en un personaje que parece provenir de un sueño o de la misma Ciudad Esmeralda. No excesos, sólo vemos a una mujer habitando su propia luz, envuelta en un diseño que se siente tanto escultural como emocional.
Más allá de la alfombra roja, esta aparición encapsula el espíritu del renacimiento artístico de Ariana Grande. Así como Wicked explora el poder de la bondad, la transformación y la dualidad, su look en Singapur se convierte en una metáfora visual de esa evolución: un recordatorio de que la magia se ve de manera sutil y en los pequeños detalles.
