Después de unos días en Francia, donde desplegó una imagen más sobria y clásica para acompañar al rey Willem-Alexander en su agenda oficial, Máxima de Países Bajos regresó a su tierra y volvió a hacer gala de lo que mejor sabe: transformar su estilo en un espectáculo de color, texturas y joyas con un sello inconfundible.
Como toda una experta en moda y protocolo, la reina nacida en Argentina apostó, en su viaje real a Occitania, por vestuarios monocromáticos —no por ello aburridos ni faltos de personalidad— que realzaron su elegancia natural y resultaron perfectos para largas jornadas de compromisos y recepciones oficiales.
Ya de regreso en casa, su capacidad de seguir experimentando con el guardarropa le dio una nueva oportunidad para sorprender al mundo con un auténtico despliegue de creatividad. Así, en un mismo día protagonizó dos apariciones con looks radicalmente distintos, ambos muy favorecedores.
Los dos looks con los que Máxima demuestra su versatilidad estilística
La reina retomó su agenda oficial y, como primer acto, asistió a Roermond, donde participó en una sesión de trabajo con Strong Neighborhood Connectors. Para esta jornada lució un estilismo lleno de color y líneas sencillas, al que supo imprimir su toque único gracias a los accesorios protagonistas.
Máxima eligió un conjunto en distintos tonos de rosa: un top de manga larga y cuello cerrado en rosa tenue, combinado con un pantalón recto en un tono más intenso. A este coordinado sumó un bolso a juego con asa de eslabones metálicos y unos stilettos con transparencias y detalles en fucsia sólido.
Lo que realmente transformó el conjunto fueron las joyas: una gargantilla tipo babero con cristales multicolor, combinada con pendientes largos y llamativos. Estas piezas confirmaron que la Reina sigue siendo fiel a su apuesta por lo maximalista. En contraste con este derroche de accesorios, el detalle más comentado fue su aparente ausencia de maquillaje, un gesto que reforzó la frescura de su aparición.
Un segundo outfit, inspirado en el New Look
Más tarde, el cambio de evento también requirió un cambio de estilo. En su segunda cita, durante la celebración del 75 aniversario del Hotel Management School Maastricht, la soberana optó por un atuendo más sobrio, evocador del encanto de los años 50 y del famoso New Look creado por Dior, con una silueta marcada de falda amplia y chaqueta ceñida.
El saco elegido fue un básico negro, acompañado de un top a juego. La verdadera protagonista fue la falda: una pieza estructurada, con estampado floral en distintas tonalidades de gris y largo a la rodilla.
Como es habitual en ella, los accesorios fueron el toque distintivo. Un tocado de rafia acompañado de un clutch en la misma tonalidad —fabricado en lo que parecía bambú trabajado— aportaron un aire orgánico, mientras que un bordado floral en la solapa del saco añadió un detalle inesperado. A este estilismo se sumaron joyas clásicas como un collar y pendientes de perlas, además de pulseras brillantes.