Desde sus inicios, Moschino se ha posicionado como la definición del “camp”, ese concepto artístico que se asocia con lo fantasioso, lo kitsch y lo irónico. A lo largo de los años hemos visto a la maison presentar perfumes en frascos que simulan limpiadores de hogar y bolsos con formas inesperadas como baguettes o ramos de apio.
El año pasado, Jeremy Scott anunció su salida de Moschino tras diez años de trayectoria al frente de la casa. La noticia sacudió al mundo de la moda y dejó a todos expectantes sobre el rumbo de una firma con un ADN tan particular. Fue entonces cuando la casa italiana adoptó a Adrian Appiolaza como su nuevo director creativo, y con su colección primavera/verano 2026 dejó claro que el futuro de la casa está en buenas manos. Su propuesta no solo mantiene la esencia irreverente, sino que la eleva hacia un camino más juguetón, experimental y vibrante.
Una nueva era para Moschino
La marca siempre se ha caracterizado por su tono divertido y satírico, y esta vez Appiolaza apostó por llevar objetos cotidianos a un nuevo nivel, convirtiéndolos en piezas de lujo. En el desfile durante la Semana de la Moda en Milán vimos vestidos confeccionados con textiles que parecían manteles, bolsos que simulaban platos de spaghetti y accesorios que jugaban con la estética del supermercado o la cocina.
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© Launchmetrics SpotlightSobre la pasarela, modelos lucieron prendas que reinterpretaban elementos tan comunes como cajas de entrega, papel periódico o incluso paquetes de manzanas. Una colección que logra transformar lo banal y lo corriente en algo fantástico y aspiracional, con un guiño irónico que sigue siendo fiel al espíritu de la firma.
© Launchmetrics SpotlightA la par, vestidos con patchwork, faldas de gran volumen y estructuras teatrales aportaron un carácter experimental que reforzó la sensación de estar presenciando un show lúdico y lleno de creatividad.
Los protagonistas de la colección
La entrega de Appiolaza comenzó con tonos neutros y un aire contenido, pero rápidamente evolucionó hacia una explosión de color y formas exageradas. Y aunque las siluetas en sí fueron llamativas, fueron los accesorios los que se robaron los reflectores. Estos detalles se convirtieron en auténticos statements que completaban la narrativa visual de cada atuendo.
© Launchmetrics SpotlightLadrillos, ollas, utensilios de cocina y hasta piezas elaboradas con papel periódico acompañaron los looks como elementos centrales del storytelling. Más que simples complementos, eran símbolos que daban sentido a las prendas, reforzando el mensaje lúdico y la crítica sutil al consumo y la moda misma.
Con esta colección, Appiolaza demuestra que entiende el ADN de Moschino y sabe cómo reírse de lo cotidiano sin perder el lujo ni la sofisticación. Los accesorios no solo fueron protagonistas, sino que confirmaron que Moschino sigue siendo una de las casas que mejor domina el arte de sorprender y generar conversación en la industria.
