Sin duda, el amarillo mantequilla y el blanco se han posicionado como los colores dominantes de la moda en 2025. Las pasarelas internacionales, desde Nueva York hasta París, los han confirmado como favoritos, y las fashionistas de todo el mundo los han adoptado tanto en el street style como en la alfombra roja.
Ahora, dos de las mujeres más elegantes del panorama internacional han refrendado esta tendencia desde uno de los escenarios más solemnes: la Asamblea General de las Naciones Unidas, que reunió a líderes políticos de todo el mundo en Nueva York.
© Getty ImagesEn la pasarela internacional, el amarillo mantequilla se ha convertido en sinónimo de frescura, optimismo y sofisticación. Más delicado que el clásico amarillo vibrante, transmite una elegancia contemporánea que conecta con la idea de renovación. El blanco, por su parte, ha demostrado ser mucho más que un básico: en su versión total look adquiere un aire de modernidad y fuerza minimalista, proyectando autoridad sin perder sutileza.
No es casualidad que ambos colores sean los preferidos de diseñadores y celebridades esta temporada, y que ahora también se trasladen a espacios donde la diplomacia y la política marcan el tono.
Los looks de Rania de Jordania y Melania Trump en la ONU
© queenraniaRania de Jordania, reconocida por su estilo sofisticado y moderno, volvió a demostrar por qué es considerada una de las reinas más elegantes del mundo. Con una elección en amarillo mantequilla, reafirmó la vigencia de este tono como uno de los más poderosos de 2025, transmitiendo cercanía y optimismo sin perder su habitual porte regio.
Para esta cita, la esposa del monarca de la dinastía Hachemita se distinguió con un look glamuroso y conservador: un vestido camisero de seda con falda tableada, combinado con un cinturón del mismo tono butter y tacones marrón, complementado con una bolsa Jacquemus en color crema.
Melania Trump, en contraste, se decantó por el blanco, color con el que ha construido algunos de sus momentos más recordados en la moda política, como el vestido que lució en la segunda toma de protesta de su esposo, Donald Trump.
Para esta ocasión, la primera dama estadounidense lució un power suit impecable que equilibraba minimalismo y lujo, recordando que el blanco, lejos de ser neutro, es un color cargado de intención. Rompió la monocromía con unos tacones en color crema y una blusa de seda en tono marrón pálido: un total acierto que reforzó su elegancia y autoridad.
