Naturaleza y joyería son dos conceptos que han estado estrechamente relacionados por siglos. La fauna y la flora se han convertido en fuentes de inspiración para firmas y diseñadores, quienes han sido cautivados por la espontaneidad, las siluetas orgánicas y la esencia silvestre que los animales y las plantas representan. Es así como muchas casas de moda han tomado animales para convertirlos en insignias que los han identificado por muchos años. Entre ellas destaca la inconfundible conexión entre Cartier y la pantera. La historia de esta unión comienza en los años 40 y expande un legado que permanece hasta el día de hoy.
¿Cómo comenzó la fascinación por la pantera?
Las primeras apariciones de este felino en la historia de la Maison francesa se dieron en forma de un reloj moteado de ónix y diamantes, y en una ilustración creada por George Barbier para una invitación en 1914. Desde entonces, la pasión de Louis Cartier por los animales se hacía evidente. Sin embargo, fue alrededor de los años 40 cuando la pantera adquirió su majestuosa forma escultórica gracias a una de las mentes creativas más brillantes de la historia: Jeanne Toussaint.
La mujer de origen belga se convirtió en la primera directora creativa de la Maison; una decisión que generó muchos comentarios y revolucionó los estándares de una época en la que la presencia femenina en altos cargos era casi impensable. Desde su llegada a París hasta conocer en persona a Louis Cartier, Jeanne demostró siempre una personalidad feroz, audaz y misteriosa —atributos que le hicieron ganar el respeto y la admiración del fundador de Cartier—. Con su entrada a la Maison, Jeanne se dio a la tarea de retomar esas primeras expresiones de pantera y darles una nueva vida. De hecho, uno de sus primeros encargos fue un broche de cabeza de pantera tridimensional para Eduardo VIII y Wallis Simpson, los famosos duques de Windsor.
A partir de este momento, la pantera y el trabajo de Jeanne se unieron, y el felino se convirtió en una insignia de Cartier que prevalece hasta nuestros días. La conexión entre este animal y la diseñadora era tan profunda que el mismo Louis Cartier apodó a Jeanne como “La Pantera” por las características que compartía con el felino.
La pantera hoy
Jeanne se mantuvo como una figura clave dentro de Cartier hasta su fallecimiento en 1976. A pesar de su ausencia, Cartier sigue rindiendo homenaje al legado de esta mujer, renovando y evolucionando a la pantera con nuevas vías de expresión. Su colección permanente Panthère no solo sobresale con piezas emblemáticas como collares, anillos o pulseras, sino que se ha extendido a piezas históricas como relojes —los mismos que marcaron el inicio de Louis Cartier en el mundo de la joyería—, marroquinería e, incluso, una exquisita línea de perfumes.
La pantera sigue siendo un recordatorio constante y transformador de cómo la joyería está en movimiento eterno. Por eso, Cartier ha descubierto nuevas maneras de extender el legado del felino, mezclando herramientas contemporáneas para transmitir este sentimiento colectivo. Con su más reciente campaña, la Maison pone en alto una serie de imágenes de la pantera como un ser vivo y realista que se exhibe en grande y al aire libre en algunas de las ciudades más importantes del mundo a partir de este mes.
Las Vegas recibe a la pantera dentro de Sphere; en Tokio se ubica en el icónico cruce de Shibuya, para ser admirada por los 2.4 millones de personas que cruzan por esta zona diariamente. La pantera también conquista París, en un esfuerzo más de la firma por seguir refrescando la visión y el legado de Jeanne Toussaint.










