No hay día en el que la reina Máxima no logre captar la atención. Desde que se convirtió en esposa del rey Willem-Alexander, la argentina naturalizada neerlandesa se ha transformado en protagonista indiscutible de la vida pública, ya sea por sus gestos de simpatía, por su presencia en eventos exclusivos o porque nunca falta el atuendo perfecto para cada ocasión.
Tras un verano tranquilo en Grecia —donde confirmó su gusto por los estampados clásicos de Emilio Pucci— y después de ser captada junto a su familia en el Gran Premio de Países Bajos, la monarca retomó sus funciones en la última etapa de la temporada.
© Dutch Press/The Grosby GroupSu agenda comenzó en Amstelveen, donde conoció un ambicioso proyecto de infraestructura para ampliar una autopista, y continuó en el barrio de Bullewijk, en Ámsterdam, para supervisar la renovación de un puente. Fue en este segundo compromiso donde sorprendió al lucir un uniforme de seguridad poco común en la realeza, pero igualmente icónico.
© Getty ImagesMáxima de Holanda da lección de estilo en uniforme
Como dicta el protocolo, en una visita a obras de construcción es necesario usar casco y botas de seguridad. La reina no fue la excepción y, aun enfundada en un brillante conjunto anaranjado con tiras reflectantes, mantuvo su característico porte y elegancia. Su sonrisa fue la mejor prueba de que, incluso en los contextos más prácticos, puede destacar con naturalidad.
© Dutch Press/The Grosby GroupAl terminar la inspección regresó a su atuendo del día, con el que ofreció una auténtica clase de estilo a partir de la teoría del color blocking. Esta vez apostó por una combinación más minimalista de lo habitual, aunque muy efectiva.
© Dutch Press/The Grosby GroupEligió una blusa verde seco de manga larga, con cuello alto, caída amplia y un delicado plisado que añadía sofisticación. La acompañó con un pantalón blanco de pierna ancha, al tobillo, que reforzaba la división de bloques de color. Para completar el look, aplicó la llamada “teoría del sándwich”: zapatos satinados en un tono cercano al de la blusa y un bolso a juego.
El resultado fue un estilismo sobrio y elegante, alejado de sus habituales estampados vibrantes y accesorios llamativos, pero igualmente memorable. Máxima de Holanda volvió a demostrar que su sello está en saber adaptarse a cada ocasión, sin renunciar nunca al estilo.
