Siempre nos emociona ver a las icónicas modelos de los 90 brillar en las alfombras rojas, pero hoy ese grupo de mujeres que redefinió el estilo de toda una generación ya no desfila en solitario: muchas de ellas ahora comparten protagonismo con sus hijos, quienes también comienzan a forjarse un camino en la industria de la moda.
Ese es el caso de Heidi Klum, la supermodelo alemana que ha trabajado con las firmas más exclusivas y que sigue siendo un referente de estilo. Ahora, su primogénita Leni también se abre paso en las pasarelas y juntas se han convertido en un dúo muy esperado en este tipo de eventos.
La más reciente aparición conjunta de madre e hija fue en la alfombra roja de la proyección inaugural de la octogésima segunda edición del Festival Internacional de Cine de Venecia. Allí se presentó La Grazia, la nueva cinta de Paolo Sorrentino, y entre las asistentes destacaron, además de las Klum, otras fashionistas como la japobrasileña Emi Renata Sakamoto y Barbara Palvin.
Lo que más llamó la atención fue cómo, cada una en su estilo, madre e hija apostaron por vestidos que parecían pensados para lucir juntas en perfecta sintonía.
Heidi y Leni Klum apuestan por corsets y transparencias
Aunque los puristas del cine lo nieguen, la moda es parte fundamental de cualquier festival, pues las alfombras rojas son escaparates globales donde los diseñadores muestran sus creaciones y se marcan las tendencias que pronto veremos fuera de las pasarelas.
Un ejemplo claro fueron los looks de gala de Heidi y Leni: vestidos provocadores en tonos diferentes, pero con siluetas muy similares.
Heidi, de 52 años, eligió un vestido rosa aperlado con corset de escote corazón y mangas caídas. La pieza, confeccionada principalmente en satén, incluía paneles laterales de tul que se sumaban a la tendencia de las transparencias. El tiro bajo quedó disimulado por un drapeado del que nacía una falda con ligero vuelo que alargaba su figura.
La alemana complementó con un clutch a juego y una gargantilla de diamantes que aportaba el toque lujoso, el cual sobresalió a pesar de llevar su rubia cabellera suelta y con textura natural.
Leni, en cambio, se decantó por el negro. Su vestido, casi gemelo al de su madre, tenía un corset con finos tirantes y el mismo escote, además de paneles see-through y cut-outs.
La falda, con mayor volumen y una larga cola, nacía desde la cadera y le otorgaba un aire dramático lleno de sofisticación. Como accesorio central, lució una espectacular gargantilla de alta joyería con 12 esmeraldas y múltiples diamantes.