Chiara Ferragni sin filtros y más auténtica que nunca: “Por primera vez en años, me siento libre” [EXCLUSIVA]

Solo estuve 48 horas, pero fue justo lo que necesitaba. Me encanta ir en julio por el clima veraniego. Estar viajando y trabajando, y luego llegar ahí y recibir esa dosis refrescante de moda es simplemente genial. Siempre me ha gustado la semana de la Alta Costura, y como no la había vivido en más de un año y medio, ya extrañaba ser parte de esta comunidad tan increíble y llena de energía.

Me siento muy bien. Es más, me siento mejor que nunca. Después de la separación y todo lo que viví en el último año y medio, me di cuenta de que necesitaba vivir ciertas experiencias para reencontrarme. En los últimos años me sentía yo misma, pero solo una pequeña parte de quien realmente soy. Tenía que atravesar todo este caos para entender mucho sobre mí, sobre mi futuro y sobre la persona que quiero ser.

Ahora tengo un propósito. Estoy en un momento de mi vida en el que empiezo a reunir las piezas y aunque no todo está completamente arreglado, siento que voy por el camino correcto. Además, creo que he madurado mucho, y el simple hecho de sentirme realmente yo misma y libre por primera vez en años… no tiene precio.

Busco ser 100% real con mi audiencia, pero primero y sobre todo, conmigo misma. Siento que estoy más presente que nunca como madre, pero no solo busco enfocarme en mis hijos, mi trabajo o mi rol en la sociedad, sino también en mí misma, en cómo me siento y en lo que realmente importa para mí.

Sí. Debí haber seguido más mis instintos. Solía hacerlo mucho cuando era más joven, y honestamente, por eso mi carrera floreció. Pero conforme fui creciendo, construyendo empresas y asumiendo más responsabilidades, empecé a prestar más atención a los consejos de los demás. Y aunque eso puede ser positivo -si vienen de personas que realmente quieren lo mejor para ti-, a veces esos consejos reflejan más lo que ellos harían, y no necesariamente lo que tú deseas de verdad.

Al final del día, nadie va a cambiar tu vida por ti, nadie tomará esas decisiones finales e importantes excepto tú. Y cuando dejas que otros decidan por ti, pasan los errores. Eso me ocurrió a mí. Si pudiera dar un consejo, sería este: si algo no te resuena profundamente, no lo hagas.

Muchas cosas. Ojalá el mundo hubiera podido ver más de quién soy en realidad. Elegí guardar silencio. Y, siendo honesta, todavía no sé si fue la decisión correcta o si debí alzar la voz y haber luchado para que se conociera la verdad. Pero al final, la verdad siempre sale a la luz.

Por eso este año he sentido tantas ganas de hablar porque por mucho tiempo no lo hice. Y ahora que finalmente siento la libertad de expresarme, quiero seguir haciéndolo. Sé que necesito encontrar el momento y la forma adecuada para comenzar, pero realmente quiero comunicarme más con mi audiencia. Siento que tengo mucho que decir y no quiero tener miedo de hablar nunca más.

“No soy quien crees que soy.” Hay muchas ideas equivocadas sobre mí. Las personas que conozco -ya sea por trabajo, amigos de amigos o alguien con quien me detengo para una foto rápida en la calle- a veces se sorprenden porque soy bastante amable y amigable.

Creo que desde el principio algunas personas se hicieron una idea equivocada de mí porque trabajo en una industria que en ocasiones se percibe como superficial. Ojalá más personas pudieran pasar más de 30 segundos conmigo y tener una conversación real. Sé que no todos me van a querer, y está bien. Pero sería bonito que me vieran tal como soy.

Empecé como blogger e influencer. Luego me convertí en empresaria. Y después en mamá -que es el rol más importante y una parte enorme de mi identidad. Pero nunca quise ser vista como solo una cosa.

Para mí es importante mostrarles a mis hijos que lo que sea que quieras en la vida, tienes que trabajarlo y hacerlo realidad por ti mismo. No siempre es fácil, hay muchos altibajos, como en todo en la vida. Pero tienes que surfear las olas y seguir adelante. Así que no, no quiero ser vista solo como influencer, empresaria o madre; también quiero ser una buena amiga y, sobre todo, una buena persona.

Todo empezó por mi obsesión con compartir emociones. Creo firmemente que son el motor del mundo. Por supuesto, el amor es una parte fundamental; pero para mí se trata de todas las emociones, incluso las más difíciles. Espero poder inspirar, no sólo por quién soy, sino animando a las personas a seguir sus sueños, confiar en sus instintos y atreverse a descubrir cosas nuevas.

Me encanta compartir, pero he aprendido que a veces eso da a la gente demasiado acceso a tu vida personal. Con el tiempo, he entendido que hay áreas que quiero proteger más, especialmente cuando se trata de mis hijos.

El mundo puede ser un lugar extraño, y ahora que Leone tiene 7 años y Vittoria, 4, soy aún más cuidadosa. No quiero que sepan demasiado de ellos porque quiero que crezcan y construyan su propia identidad, sin presiones ni expectativas externas.

Lo mismo pasa con mis relaciones. Estuve en un matrimonio tan público que ahora, si estoy con alguien, simplemente no siento la necesidad de compartirlo en mis redes sociales. No tiene que ser un secreto, claro, pero quiero mantener esa parte de mi vida más privada. Cuando se trata de personas que amo, es lindo guardar un pedazo solo para mí.

Sí. Muchas veces hubiera querido desaparecer… especialmente con la atención negativa. Se vuelve realmente difícil, aunque seas fuerte y tengas claro lo que haces. No solo quería alejarme de las redes sociales, sino también de Italia y Milán por un tiempo.

De verdad me habría encantado ir a Los Ángeles o a algún otro lugar con mis hijos durante unos meses. La gente me preguntaba: ‘¿por qué no te fuiste de Italia un rato?’ Pero no podía. Estaba en medio de una separación, y mi exmarido nunca me habría permitido llevarme a los niños por tanto tiempo. Esa fue la parte más dura. 

Cuando atraviesas una separación con hijos de por medio, muchas decisiones ya no son solo sobre lo que tú necesitas. Me habría gustado ir a algún lugar para resetear mi mente y volver más fuerte. Pero no pude. Tuve que quedarme en Milán, hablar con muchos abogados, atravesar un divorcio y lidiar con la atención pública cada día, mientras era seguida por los “paparazzi”. Pero supongo que de experiencias así una se hace más fuerte.

Conozco a mucha gente mientras viajo y honestamente, nunca he conocido a alguien que no haya sido amable conmigo en persona. Eso me encanta. Me gusta estar con gente, absorber su energía y tratar de devolverla. En realidad son los “haters” en línea y la prensa los que han sido duros.

Voy a terapia. Empecé en 2018, justo después de que naciera mi primer hijo. En ese momento, luchaba con mucha culpa por ser una “mamá trabajadora”. Fui la primera entre mis amigas en tener un bebé y aunque tenía 30 años, me sentía como una adolescente. Tenía miedo de perder mi identidad y cada vez que viajaba o iba a la oficina me sentía culpable.

La gente no siempre entiende lo ocupada que estoy, la responsabilidad que cargo y cuanta gente depende de mi trabajo. Eso lo hace más difícil a veces. Así que estoy muy agradecida por la terapia, me ha ayudado a entender muchas cosas.

Antes estaba obsesionada con ser la mejor versión de mí misma. Me exigía hacer más, ser más, estar presente todo el tiempo. Pero ahora aprendí que está bien ir despacio… no tengo que hacer todo de golpe. También aprendí a dejar de obsesionarme con superar todos los miedos o inseguridades y a no vivir tanto en mi cabeza.

Todos somos hijos de nuestros propios traumas, y es importante explorar esas partes para entender de dónde venimos y tratar de crecer a partir de ello. Incluso con terapia, nunca estamos completamente sanados, pero esa es la belleza… nadie es perfecto.

Hoy puedo decir que lo que realmente me cambió fue aprender a amarme tal como soy ahora, no solo a la versión de mí que aspiro a ser. Saber que soy suficiente, incluso ahora, me trae una sensación de paz enorme. La salud mental es una de las cosas más importantes para mí y es algo que también trato de enseñarles a mis hijos.

Realmente espero que mis hijos crezcan sintiéndose seguros para expresar sus emociones y confiados en las decisiones que tomen en su vida. Trato de enseñarles que estar triste es normal, extrañar a uno de los padres es normal, tener sentimientos encontrados también es completamente normal. Quiero que sepan que está bien sentir todo eso.

Mi hijo mayor a veces es más cauteloso… se asusta cuando prueba algo nuevo y necesita un poco más de ánimo. Pero en lugar de presionarlo, trato de ayudarle a entender por qué no debe tener miedo. Para mí, se trata de construir la confianza en sí mismos, pero también explicarles por qué es importante. 

Sí. Ese fue el mayor regalo que me dio mi mamá. Ella vino de una familia muy diferente, donde nunca le dijeron que era suficiente, capaz o hermosa. Y decidió cambiar esa narrativa conmigo y mis hermanas. Nos hizo sentir que podíamos lograr cualquier cosa si le poníamos la energía correcta. Creí tanto en mí misma porque me veía a través de sus ojos. Eso es lo que quiero darle a mis hijos también; esa sensación de ser amados tal como son y la libertad de convertirse en quienes quieran ser.

Siento mucha esperanza en el futuro. Es un momento de cambio muy grande para mí porque el último año y medio ha sido brutal, y cuando el caos sucede todo a la vez, da miedo. Pero nunca le he temido al cambio.

Así que esa ha sido mi historia: atravesar muchas tormentas y, a partir de ellas, construir resiliencia —aunque no sea una palabra que me guste mucho—, fortalecer mi personalidad y prepararme para lo que viene. La verdad es que lo que me pasa a mí le pasa a todos, solo que yo lo vivo bajo el ojo público. Eso, a veces, lo hace más difícil porque la gente juzga sin conocer toda la historia. Pero yo elegí esta vida, así que no me puedo quejar. Es parte del juego.

Estoy enamorada de la idea del amor, y sinceramente, no pensé que volvería a sentirlo. Especialmente después de haber pasado por un matrimonio tan difícil y descubrir infidelidades de las que no sabía nada, durante mucho tiempo tuve miedo de no volver a amar y de sufrir otra vez. Recuerdo haber pensado, “Nunca volveré a confiar en un hombre.”

Pero luego, con el tiempo, te das cuenta de que hay gente buena. No todos quieren lastimarte o burlarse de tus sentimientos. Y poco a poco empiezas a creer en el amor otra vez. Por suerte, soy alguien que tiene mucho amor para dar. Lo doy a mis hijos, a mis amigos y a todos los que me rodean. Así que, ojalá, haya alguien allá afuera que pueda corresponder esa energía, alguien que pueda dar ese mismo tipo de amor. Ya veremos. No quiero tentar a la suerte (risas)… ya veremos.