En un país habitado por más de 126 millones de personas, es fácil pensar que los problemas ambientales son demasiado grandes para que una sola voz haga la diferencia. Sin embargo, la historia demuestra que los grandes movimientos suelen comenzar con una sola idea, una inquietud y el impulso genuino por cambiar aquello que parece imposible.
Justamente así nació SíMiPlaneta, una iniciativa que vio la luz en 2018 inspirada por Víctor González Herrera, quien creció observando en su padre, el querido Víctor González Dr. Simi, un rasgo que marcaría su vida: la empatía como motor de acción.
La idea que se convirtió en acción
Lo que comenzó como un llamado personal se ha convertido hoy en una fundación consolidada, un actor ambiental de impacto nacional y regional, y una muestra de que la sensibilidad humana puede traducirse en políticas, proyectos y alianzas capaces de proteger nuestro futuro común. Esta iniciativa que parecía tan simple como urgente nos recuerda que el planeta requiere cuidados tan cotidianos como los que damos a quienes amamos. Hoy, esa idea inicial es una fundación sólida que trabaja por el futuro ecológico de México.
Desde 2019, SíMiPlaneta ha puesto en marcha 82 proyectos en 51 ecosistemas, interviniendo más de 450 mil hectáreas y beneficiando a más de 18.5 millones de personas. Sus números son extraordinarios para una institución tan joven: 3.1 millones de árboles y plantas sembrados, 13,457 corales restaurados, 1.4 millones de tortugas liberadas, 136 toneladas de basura retiradas de playas y cenotes, y más de 119 mil bombas de vida lanzadas en zonas degradadas. Cifras que, más allá del impacto ambiental, reflejan la movilización de voluntarios, comunidades y organizaciones que convergen en una misma causa.
La visión de SíMiPlaneta se sostiene sobre un principio innegociable: el derecho de toda persona a vivir en un ambiente sano. Como parte de un movimiento socioambiental, impulsado por Grupo Por Un País Mejor, la fundación se ha propuesto enfrentar las problemáticas más alarmantes: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y la degradación del territorio. Así, desde distintos frentes, combina la acción directa y la educación para concientizar sobre los efectos negativos de nuestro diario actuar.
Uno de esos frentes es la protección marina. El 11 de junio de 2025, durante el Tercer Foro Internacional “Juntos por nuestros arrecifes”, SíMiPlaneta consolidó una alianza con diversas organizaciones para trabajar por la supervivencia de estos ecosistemas vitales. Como parte del esfuerzo, se creó una plataforma abierta que permitirá visualizar en tiempo real las zonas intervenidas y las acciones de cada institución, abriendo un camino de transparencia y colaboración que pocas veces se ve en proyectos ambientales de gran escala.
Otro de sus programas esenciales, las bombas de vida, demuestra la fuerza de lo simple. Pequeñas bolitas de arcilla, composta, tierra y semillas nativas se lanzan en temporada de lluvias para permitir que la vegetación regrese a zonas de difícil acceso. En 2025, alcanzaron su meta: 63,000 bombas lanzadas, cada una con el potencial de convertirse en un árbol o una planta que sustente un nuevo ecosistema.
Esfuerzo colectivo que cruza fronteras
Pero el trabajo de SíMiPlaneta no se limita a México. En los últimos años, la fundación ha extendido su presencia hacia el sur del continente, y encontró en Chile un territorio fértil para la restauración y la educación ambiental. En el país andino colaboran con la Fundación Reforestemos para replantar y conservar el Parque Nacional Nonguén, un bosque caducifolio afectado por incendios forestales. Gracias a donaciones y a la venta de bolsas ecológicas, las aportaciones se traducen en árboles nativos plantados en zonas que luchan por recuperarse.
Además, Farmacias Similares –fundada por Víctor González Dr. Simi, en 1997- adquirió una isla de 800 hectáreas en el archipiélago de las Guaitecas, en la Patagonia chilena, destinada exclusivamente a la conservación y captura de carbono, con la mira fija en ser una empresa carbono cero para 2050.
El poder de lo cotidiano
A pesar de los enormes proyectos, SíMiPlaneta insiste en que la verdadera transformación comienza en lo cotidiano como lo reflejó en su campaña "Menos plástico, más vida", con la que logró despertar conciencia sobre el daño que causa ese material en nuestros ecosistemas y motivar acciones para frenarlo. Por eso promueven sus ya conocidos “ecotips”, pequeños hábitos que cualquiera puede adoptar: plantar un árbol, cambiar focos incandescentes por led, desconectar aparatos eléctricos, evitar plásticos de un solo uso o desechar correctamente residuos como aceite y pilas. Acciones simples que, al multiplicarse, se convierten en movimientos que cambian ciudades enteras.
Convertida formalmente en fundación desde 2024, SíMiPlaneta demuestra que la empatía puede volverse en política ambiental y que la voluntad de un individuo puede inspirar a miles. En tiempos en los que el futuro del planeta parece frágil, esta organización ofrece algo que se ha vuelto escaso: esperanza reflejada en resultados.
Porque si algo ha dejado claro es que proteger la Tierra es un acto profundamente humano. Un acto que, con las manos correctas, puede cruzar fronteras —desde México hasta la Patagonia— y recordarnos que todavía estamos a tiempo de salvar el lugar donde habitamos.










