En un ecosistema artístico que evoluciona a pasos acelerados, Amalia Amoedo se ha consolidado como una de las voces más influyentes del arte latinoamericano. Su mirada ha convertido su labor como coleccionista en un puente vital entre artistas, instituciones y espacios de arte. Amoedo redefine el papel del coleccionismo en América Latina con una visión que equilibra intuición, rigor y una pasión innegociable por el arte.
© CortesíaUna búsqueda constante
Desde chica estuve rodeada de arte: en mi casa, en los viajes con mi familia, en las conversaciones. Era parte del cotidiano. Mi abuela, Amalia Lacroze de Fortabat, fue una gran coleccionista y filántropa y, sin duda, una figura referente para la escena del arte en Argentina. Fue maravilloso poder aprender de su pasión y su conocimiento. La figura de mi hermano Alejandro Bengolea también fue fundamental. Con él aprendí la importancia de conocer a los artistas, de visitar talleres, de ver muestras y de estar cerca de lo que se está pensando y trabajando en cada momento.
Mi hermano me regaló mi primera obra, una pintura de la artista argentina Gachi Hasper, a mis 19 años. Desde ese momento una chispa se encendió en mí, y empecé a conocer cada vez más a los artistas de mi generación. Ese impulso inicial se convirtió en un camino, y en una forma de estar en el mundo.
© Cortesía"El arte me enseñó a escuchar y a observar con más atención. A aceptar que hay cosas que no se explican, pero sí se sienten".
Hay muchas maneras de coleccionar. Para mi, coleccionar es acompañar: implica estar en estado de curiosidad y aprendizaje constante. Es profundamente gratificante ver crecer a un artista, compartir su obra con otras personas, saber que algo que te conmovió sigue generando resonancias en otros.
Tuve una conexión muy especial con la obra Maternidad (1971), una pintura de la artista italo-argentina Elda Cerrato que adquirí hace años. En 2024, esa obra se exhibió en la Bienal de Venecia y fue muy emocionante que pasara de las paredes de mi casa al núcleo histórico de la Bienal, curada por el brasilero Adriano Pedrosa.
Desde que hace tres décadas que acompaño al arte y los artistas. Primero fue de manera independiente pero n 2021, decidí crear la Fundación Ama Amoedo para expandir las acciones que venía desarrollando y para darle un marco institucional, con otro rigor. Estoy convencida que el arte latinoamericano tiene un potencial enorme y que merece más reconocimiento y visibilidad en la escena global.
© CortesíaLa Colección AMALITA es el reflejo de la misión y la visión que impulsó mi abuela. Formo parte del consejo del museo y desde allí, impulsamos un programa muy sólido de arte contemporáneo argentino. Se realizaron exhibiciones con un foco en los años noventa, un período fundamental para nuestra historia reciente.
Mi abuela tenía una enorme pasión por el arte y una visión muy clara sobre la importancia de conservar, investigar y compartir su colección. Recientemente se inauguró un recorrido de la colección permanente, con un nuevo guión curatorial, que incluye una mirada renovada e incorpora obras de artistas argentinos contemporáneos, como Nicola Costantino, Cristina Schiavi, Marcelo Pombo, Roberto Aizenberg, Xul Solar, entre otros.
© CortesíaEl arte me enseñó a escuchar y a observar con más atención. A aceptar que hay cosas que no se explican, pero sí se sienten. Me dio una forma de entender el tiempo, la memoria, la fragilidad. Y también me dio una comunidad: artistas, curadores, instituciones, personas que creen en la sensibilidad como una forma de transformar el mundo. Para mí, vivir con arte es vivir más despierta.




