La llegada del verano en la Riviera Francesa no solo transforma la luz del Mediterráneo, sino que también marca uno de los momentos más esperados del calendario culinario: la reapertura de Arnaud Donckele & Maxime Frédéric at Louis Vuitton, el restaurante estacional que —por tercer año consecutivo— se instala en la terraza del icónico Hotel White 1921, justo en el corazón palpitante de Saint-Tropez, frente a la Place des Lices.
Este enclave es mucho más que una mesa de temporada: es un homenaje a la estética veraniega de Louis Vuitton, que dialoga con el arte de vivir francés, la brisa marina y el lujo relajado que define a la costa francesa. Rodeado de azulejos artesanales, muebles de ratán, textiles suaves y paletas que evocan las dunas y el mar, el espacio respira esa combinación de calma y sofisticación que transforma cualquier cena en una experiencia sensorial.
Un escenario con historia
El Hotel White 1921, que alberga el restaurante, no es un edificio cualquiera. Está ubicado en una antigua mansión del siglo XX, cuya estructura fue renovada con maestría por el renombrado arquitecto Jean-Michel Wilmotte, célebre por sus intervenciones en espacios históricos como el Museo del Louvre y el Château La Coste. Wilmotte logra aquí un equilibrio exquisito entre herencia y modernidad, creando un entorno donde el pasado glamoroso de Saint-Tropez convive con el presente del diseño contemporáneo.
Chefs con alma de artesanos
Los protagonistas de esta historia no necesitan presentación, pero la merecen. Arnaud Donckele, originario de Normandía, es uno de los chefs más laureados de Francia, con varias estrellas Michelin en su haber. Su cocina se distingue por poseer un alma "campesina" en la que destacan la paciencia y una entusiasta atención al detalle que se refleja en cada ingrediente.
A su lado, Maxime Frédéric, pastelero estrella y actual chef pâtissier del Cheval Blanc Paris (también de LVMH), trae la dulzura de su infancia en Normandía, donde creció rodeado de vacas lecheras, manzanos y las tartas de su abuela. Su enfoque —artesanal, emocional y profundamente estético— ha hecho de sus postres verdaderas obras de arte.
Ambos comparten una visión común: volver a lo esencial sin perder la sofisticación. Su propuesta, bautizada como "neo gastronómica", celebra los ingredientes locales con un enfoque global, jugando con texturas, temperaturas y presentaciones que desafían lo convencional. El menú de este año, galardonado con una estrella Michelin en 2025, es un viaje íntimo a través del sabor. Así, este restaurante estacional se consolida no solo como una parada obligada del verano, sino como una experiencia multisensorial que celebra lo mejor de Francia: su talento, su creatividad y su infinita capacidad de hacer de cada instante algo inolvidable.
Antiguos platos que cuentan nuevas historias
Entre los platos estrella, la reinterpretación de la bouillabaisse, ese clásico mediterráneo que aquí se transforma en una sinfonía moderna, es un acto de amor a la tradición. Por su parte, Frédéric convierte los postres en narrativas visuales. Su ya famosa “Tarte au citron Louis Vuitton”, inspirada en los baúles de viaje de la maison, es un guiño al universo del lujo, la exploración y el savoir-faire francés.
Un destino mítico
Hablar de Saint-Tropez es hablar de un mito. Brigitte Bardot colocó a esta localidad en el mapa mundial en los años 50 con "Y Dios creo a la mujer", convirtiendo este pequeño puerto pesquero en un símbolo del glamour europeo. Con calles empedradas, galerías de arte, mercados al aire libre y yates atracados a pocos metros de antiguas embarcaciones, el pueblo es, desde entonces, el destino de la jet-set por generaciones.
Aquí conviven locales y celebridades, artistas y diseñadores, escritores y navegantes. Figuras como Karl Lagerfeld, Beyoncé, Leonardo DiCaprio o Rihanna han sido vistos paseando por sus calles o cenando en terrazas como esta. Y es precisamente esa mezcla de lo exclusivo con lo simple lo que hace de Saint Tropez un lugar tan único.