El mundo de la realeza está conformado por muchas reglas, protocolos e integrantes. Cada miembro de la familia o del equipo real tiene un trabajo específico y una importancia clave para que todo suceda al pie de la letra. Y, además de los humanos que trabajan día con día para que los gobernantes puedan cumplir con sus ocupaciones y deberes oficiales, existen también otros integrantes del equipo que se han convertido en la sensación de la realeza y de los visitantes. Estamos hablando de los caballos, un elemento fundamental para transportar y acompañar a los herederos al trono.
La estrecha relación entre los caballos y la realeza se remonta a muchos siglos atrás, cuando ambas especies forjaron una amistad sin final. Los caballos son los encargados de tirar del carruaje de la familia real, pero también acompañan a la Guardia Real inglesa a cumplir con sus funciones por la ciudad. Y si bien han pasado muchos caballos por el Palacio de Buckingham, uno se mantuvo como uno de los favoritos —en especial de la reina Isabel II—. Su nombre es Tyrone y, después de 14 años de servicio junto a miembros distinguidos de la realeza, la semana pasada se despidió de su profesión para retirarse y disfrutar de un descanso bien merecido.
La historia de Tyrone, el caballo de la realeza
Como todos los caballos destinados a la movilidad del carruaje real, Tyrone pertenece a la raza Windsor Grey, que desde la época de la reina Victoria fue elegida especialmente para esa labor. De un color gris característico, estos caballos son criados en Irlanda y, a los cuatro años, Tyrone fue trasladado a los establos de Royal Mews para convertirse en parte del equipo del carruaje real.
Su entrenamiento duró aproximadamente un año, durante el cual Tyrone no solo aprendió a tirar del carruaje —su puesto en la escolta real era importante, pues era el encargado de ejercer la fuerza—, sino que también se acostumbró al uniforme que debía portar y fue expuesto a ruidos y estímulos fuertes para adaptarse a las multitudes de los actos oficiales. Finalmente, en 2012, Tyrone tuvo su debut cuando transportó a la reina Isabel II a un evento inaugural en el Parlamento. A partir de ese momento, los rumores apuntan a que se convirtió en uno de los caballos favoritos de la monarca.
Y es que, además de su pasión por los corgis —que la acompañaron hasta sus últimos días—, Isabel II siempre sintió una fascinación especial por los caballos. Se dice que montó por primera vez a su yegua, llamada Peggy, a los tres años, para convertirse, años después, en una experta en equitación. Así que, además de querer y admirar a los caballos de servicio real, Isabel también tuvo más de 30 caballos de carrera, a quienes cuidaba y quería como si fueran sus propios hijos.
Esta pasión se mantuvo durante toda su vida, pues, de acuerdo con el último jefe de establos, John Warren, la reina montó por última vez a los 96 años de edad.
Una carrera que trascendió en la historia
La trayectoria de Tyrone estuvo marcada por muchos eventos oficiales de gran importancia que lo catapultaron al reconocimiento dentro de la familia real y entre los ciudadanos. En 2018, acompañó a Harry y Meghan en su boda, un evento que marcó un hito en la historia contemporánea de la monarquía. En 2023, Tyrone también fue elegido para acompañar al rey Carlos III y a la reina Camila en su nombramiento oficial, tras el fallecimiento de la reina Isabel II.
Su último acto oficial tuvo lugar hace aproximadamente un mes, cuando acompañó al rey y a la reina a un evento público. Con ello, Tyrone se despidió de su trabajo tras 14 años de servicio. La noticia fue anunciada en redes sociales por la cuenta oficial de la Familia Real, donde se compartió la jubilación del caballo. Inmediatamente, las felicitaciones y buenos deseos por parte del público no se hicieron esperar.
Hace unos días, Tyrone finalmente llegó a su nuevo hogar, donde vivirá el resto de sus días: el santuario para caballos Horse Trust, en Buckinghamshire, donde se reencontró con su padre, Storm, y su hermana, Meg, quienes también sirvieron durante muchos años a la familia real. En este santuario, la realeza se asegurará de que Tyrone tenga la mejor calidad de vida posible y disfrute al máximo de una existencia tranquila y llena de bienestar.