La luna llena es uno de los momentos más intensos del mes a nivel energético y emocional. Y no tienes que ser un experto en astrología para entenderlo o creer en ello. Al final del día, se cierra un ciclo lunar y esto simboliza iluminación, claridad y expansión. Su luz de manera simbólica y literal, saca a relucir todo aquello que necesita ser reconocido, agradecido o soltado (cosa que no siempre es sencilla).
Justamente por eso es el momento ideal para bajar la velocidad, poner pausa y practicar el self-care de una manera un poco más intencional. Se trata de hacer una revisión intencional de aquello que viene siendo parte de nuestra rutina estos últimos días y entender qué cosas siguen siendo funcionales para nosotros y aquellas que no.
¿Qué esperar de la luna llena?
Durante esta fase es normal sentirse un poco más sensible, ansioso o emocionalmente agitado de lo normal. La energía llega a su punto máximo, y eso puede ser abrumador y generar saturación. Por eso, más allá de lo festivo o social que puede parecer este momento, muchas personas encuentran en la luna llena una oportunidad para hacer una pausa consciente.
No se trata de comenzar algo nuevo, sino de revisar lo que ya floreció, cerrar ciclos y liberarse de lo que ya no sirve. Es por eso que es un momento perfecto para la reflexión, pues es ideal para reconocer aquello que no nos hace bien y soltarlo, así como agradecer todo aquello que nos ha hecho crecer.
¿Qué hacer en luna llena?
Las prácticas de autocuidado recomendadas en luna llena incluyen rituales de liberación, baños de sal, escribir cartas de despedida simbólica (que puedes quemar para cerrar ciclos), meditación bajo la luna o simplemente dormir bien y no sobrecargarte de estímulos.
Es el momento ideal para escuchar a tu cuerpo y darle lo que pide: con menos prisa y un poco más de conciencia. Esta fase también nos recuerda la importancia de reconocer nuestros logros, agradecer lo avanzado y no aferrarnos a lo que ya cumplió su propósito.
Es un buen momento para hacer espacio emocional, mental o físico, pues no deja de ser una forma poderosa de self-love. En lugar de exigirte, permítete observar. En vez de acumular, suelta. Y sobre todo, honra tus emociones: están iluminadas por la luna para que puedas verlas y atenderlas.