Graciela Iturbide© Cortesía Casa de México en Madrid

Fotografía

Graciela Iturbide: su extraordinario viaje en blanco y negro

La primera mexicana que recibirá el Premio Princesa de Asturias de las Artes, de manos de Leonor de España, en octubre, acaba de inaugurar una exposición en Madrid


Julio 11, 2025 1:42 PM EDT

Su muy particular y sobre todo emotiva forma de percibir y captar la realidad, solo en blanco y negro, la han hecho merecedora de los premios más importantes de fotografía a nivel internacional a lo largo de una trayectoria de más de medio siglo. Este 2025, la fotógrafa Graciela Iturbide pasa a la historia como la primera mujer mexicana en ser reconocida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes, que recibirá de manos de la princesa Leonor y los Reyes de España, el próximo 25 de octubre, en el teatro Campoamor de Oviedo.  

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© Casa de México en Madrid
Gabriela Iturbide acaba de inaugurar una exposición en Madrid, "Cuando habla la luz".

"Fue una gran sorpresa y una gran emoción que no termino de aterrizar. Me siento muy feliz".

Graciela Iturbide

Su dulce mirada es también "innovadora y dotada de una extraordinaria profundidad artística, la lente de Iturbide ha retratado la naturaleza humana a través de la fotografía e imágenes cargadas de simbolismo, que crean un mundo propio, desde lo primitivo hasta lo contemporáneo, desde la crudeza de la realidad social hasta la magia espontánea del instante", acordó por unanimidad el jurado del certamen. 

© Casa de México en Madrid
La exposición de la fotógrafa mexicana en Casa de México en Madrid.

Considerada la máxima exponente de la fotografía en México y una de las más importantes del continente americano, Graciela Iturbide ha realizado exposiciones individuales en recintos como el Centre Pompidou, el San Francisco Museum of Modern Art, el Philadelphia Museum of Arte, el Paul Getty Museum, la Fundación MAPFRE, el Photography Museum Winterthur y la Barbican Art Gallery, entre otros. Hace unos días inauguró su exposición "Cuando habla la luz", en el centro cultural Casa de México en Madrid, dentro del marco del Festival PHoto ESPAÑA, donde reúne un centenar de imágenes únicas capturadas por la incansable fotógrafa viajera, entre 1972 y el 2017, que revelan cómo supo adentrarse y comprender el corazón de los pueblos originarios, apreciar sus tradiciones más sorprendentes y desconocidas, así como retratar el alma de sus protagonistas.

© Getty Images
Retrato de Graciela Iturbide en el 2002.

Su conmovedora historia

María Graciela del Carmen Iturbide Guerra nació el 16 de mayo de 1942. Es la mayor de trece hermanos que se criaron en el seno de una familia conservadora. Su padre era un gran aficionado a la fotografía por lo que no es de extrañar que a los 12 años, su primogénita ya observaba el mundo a través de su primera cámara. 

Graciela también sintió fascinación por la literatura y soñaba con ser escritora, pero cuando le dijo a su padre que quería ir a la universidad, la negativa fue rotunda, pues el destino de una mujer de aquella época era casarse, tener hijos y cuidar de su familia. Así lo hizo. A los 19 años se casó con un arquitecto con quien tuvo tres hijos, Manuel, Claudia y Mauricio. 

© Casa de México en Madrid.
Graciela Iturbide.

Pero su inquietud la llevó a retomar la vida académica al matricularse, en 1969, en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, en horario vespertino. Ahí conoció al que sería su gran guía y maestro, el genio de la fotografía Manuel Alvarez Bravo, quién le ofreció trabajo como "achichincle" (ayudante en lengua nahuatl), iniciando así una etapa de viajes fotográficos a través de México. "Me di cuenta que para hacer cine necesitabas un equipo muy grande y con Álvarez Bravo descubrí que era más fácil viajar con una o dos cámaras e irte por el mundo, en soledad", refiere. 

"Era muy fácil para mí caminar por las calles, estar en las comunidades, establecer contacto con la gente, aprender...". A principios de los años 70, Iturbide recorría Latinoamérica, en particular a Cuba y Panamá, en una época en que las mujeres ni viajaban por trabajo ni eran fotógrafas. Si bien su marido la apoyó en un principio, al cabo de los años el matrimonio se acabó.

© Casa de México en Madrid
"Nuestra señora de la iguanas" de Graciela Iturbide.

En su camino también coincidió con el famoso pintor Francisco Toledo, quien le dejó una profunda huella en su formación artística: "Me daba libros, platicábamos mucho", recuerda Graciela. Gracias a él realizó una larga estancia en Oaxaca para fotografiar en primer plano las costumbres y modo de vida de pueblos como Juchitán, de aquí surge la icónica pieza "Nuestra señora de las iguanas", una mujer, que ataviada con un vestido de flores típico,  lleva varias iguanas en la cabeza para vender en el mercado. "En Juchitán todo se porta en la cabeza, las mujeres caminan muy erguidas". Cuenta que en esta sesión de fotos hubo momentos en que la modelo, Zobeida Díaz, se moría de la risa, hasta que en un momento dado la situación se encarriló y hasta "las iguanas posaron para mí", narra. 

Otros amigos y mentores que acompañaron a la fotógrafa durante sus primeros años profesionales fueron el artista mexicano-alemán Mathias Goeritz y el fotógrafo Henri Cartier-Bresson, entre muchos otros. Cuando le preguntan por qué no trabaja la foto en color, ella comenta que es su forma de demostrar que la realidad existe también en blanco y negro. "Incluso sueño en blanco y negro", asegura. 

Tampoco usa cámaras digitales y jamás ha recurrido a un telefoto. "Sobre todo en los pueblos, pido permiso para retratar, lo hago por respeto a las personas y porque me gusta que exista complicidad. Por ejemplo, su famosa foto "Magnolia", el retrato de una Muxe. "'Tómame una foto por favor',  me dijo, y  lo hice encantadísima", recuerda.

© Casa de México en Madrid
"Magnolia" de Graciela Iturbide.

Entre los aspectos que más conmueven de su obra es cómo logra conectar su propia psique, tanto en la alegría como en el dolor, con las vidas ajenas, quizás en busca de empatía o más bien de respuestas. Uno de los episodios más difíciles en la vida de Iturbide fue el fallecimiento de su hija Claudia, cuando esta apenas tenía seis años de edad. El duelo se adueñó de una etapa en que la fotógrafa se obsesionó con captar escenas relacionadas con la muerte, hasta que, como refiere ella misma, recibió una señal: "vi a la muerte... me dijo 'ya basta'", lo que la hizo cambiar el rumbo.

"La fotografía nos sirve para conocer el mundo". 

Graciela Iturbide

"La fotografía nos sirve para conocer el mundo, para entender la cultura, para conocerte a ti misma y también para recibir ciertos mensajes o advertencias", reflexiona la artista, evidenciando su sensibilidad mística, sin duda alimentada por los sistemas de creencias con los que ha tenido contacto en su recorrido. 

Una de las fotos más queridas por la autora es "Mujer ángel".  Cuenta que se encontraba haciendo tomas en el desierto de Sonora, donde habita la tribu de los seris, y cuando regresó a su laboratorio a revelar sus rollos descubrió  en una secuencia la presencia de una mujer de espaldas deslizándose entre rocas y zarzas. "Esa foto me la regaló el desierto".

© Casa de México en Madrid
Graciela Iturbide.

"Para mí hay dos momentos decisivos: el primero cuando me emociono con lo que estoy viendo y hago la foto; el segundo, cuando descubro el resultado en mi laboratorio y elijo, a veces encuentro imágenes que no me esperaba". Porque para ella ver y entender antes de oprimir el botón es necesario, pero la mejor fotografía "se obtiene poniendo el corazón".

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.