Durante muchos años, Dora Maar vivió a la sombra de Pablo Picasso, pues algunos la encasillaron simplemente como su amante y musa. Sin embargo, esta talentosa fotógrafa y pintora es la autora de una vasta e innovadora obra que inspiró a muchos, incluido al propio artista español.
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Nacida como Henriette Theodora Markovitch en 1907, la artista creció entre Argentina y Francia debido a los constantes viajes de su padre, el arquitecto croata Joseph Markovitch. Maar, quien hablaba francés y español, inicialmente estudió artes aplicadas y pintura en una de las escuelas de arte más progresistas de París. Después estudió fotografía, medio que pronto dominó gracias a su innegable talento y disciplina.
“Quiero crear un aura de misterio en torno a mi obra. La gente debe anhelar verla. Todavía soy demasiado famosa como amante de Picasso para que me acepten como pintora”.
En 1931 abrió su propio estudio junto al director de arte Pierre Kéfer, enfocándose en fotografía de moda y publicidad, así como en retratos y desnudos. Su éxito fue rotundo. Las fotografías comerciales de Maar fueron innovadoras gracias a los recursos con los que experimentó: desde luces y sombras dramáticas, hasta técnicas como el collage y el fotomontaje. Algunas de sus fotografías, en las que la fantasía y la realidad convergían, se incluyeron en importantes exposiciones de arte surrealista.
Como muchos fotógrafos de su generación, a Dora le resultó inevitable usar su cámara para documentar las precarias condiciones sociales que derivaron de la crisis económica de 1929. Llevó su cámara a las calles de Londres, París y Cataluña, donde retrató a los miembros más desfavorecidos de la sociedad.
A finales de 1935 Maar conoció a Picasso y poco después se relacionaron sentimentalmente. Su relación tuvo un gran impacto en las carreras de ambos. Maar documentó la creación de la obra más política de Picasso, Guernica (1937), fomentó la conciencia política del pintor y lo educó en fotografía. Picasso pintó a Maar en numerosos retratos, incluyendo La Mujer Que Llora (1937). Sin embargo, tras el fin de su tumultuoso romance Dora rechazó aquellas representaciones
“Todos sus retratos de mí son mentiras. Todos son Picassos, ninguno es Dora Maar”.
Tras triunfar con la cámara, Dora, retomó la pintura, experimentando con diversos estilos y técnicas. En la década de 1980, regresó a la fotografía, aunque no estaba tan interesada en capturar la vida real como en crear imágenes abstractas.
En 2019, el Centre Pompidou de París programó la mayor retrospectiva de Dora jamás organizada en territorio francés. Fue una muestra monumental que incluyó más de 500 piezas. Y en 2020, la Tate Modern de Londres exhibió una importante muestra de la artista conformada por más de 200 piezas. La obra de Maar ha llegado también a Latinoamérica, pues este 2025 se abrió una exposición de fotografías en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, en Argentina.
