Tal vez LUX no sea una producción que llene las expectativas de la industria musical, a nivel comercial, pero en el plano artístico es una verdadera obra de arte. Rosalía se ha embarcado en un viaje de composición serio, que juega entre lo divino y lo mundano, entre el caos y el orden, entre el bien y el mal. La española se aleja un tanto de lo mainstream, de aquella imagen de estrella de lo urbano que generó con Motomami para acudir al pathos, logos y ethos en una magnífica propuesta que, para ser realista, no existe actualmente en la música actual.
Y es que sus años de estudio vocal en el conservatorio han salido a flote y ella ha demostrado que está por encima de sus colegas al realizar una maniobra que es clave para los cantantes: saber utilizar su voz como un instrumento musical. No todos tienen la flexibilidad ni la facilidad de poder mimetizar, con rangos elevados, medios o suaves, su cántico con una orquesta y Rosalía lo ha hecho a la perfección.
Del mismo modo, la división que posee en álbum es genial y nos remite a estar frente a una secuencia de sucesos que se van desarrollando como en una obra de teatro, una ópera, o como ella misma lo presenta, en cuatro movimientos. Es una entrega de 18 canciones que se escuchan de corrido en casi una hora.
Las últimas referencias que tengo en registro de algo parecido, con esa vertiginosa dimensión musical, podrían ser dos: el álbum The Car, de Arctic Monkeys (2022,) en el cual se nota que la banda se encerró a estudiar composición ya que pasaron de su rock-pop británico a un disco magistral, con toques orquestados. Y el segundo, una rara avis llamada Anna-Varney Cantodea con Sopor Aeternus & The Ensemble of Shadows, un proyecto musical de género darkwave, fundado y liderado por esta artista multidisciplinaria y andrógino, del cual se desconoce cualquier dato biográfico hasta la fecha, relacionado con la subcultura gótica.
Amor, desamor, paz, guerra, sexo, purismo, redención y pecado, son tal vez algunos de las ideas que Rosalía explora en el disco en una especie de búsqueda de sí misma que termina en un tono algo oscuro con el tema Magnolias, en el cual ella se ve dentro de su propio ataúd rodeada de estas flores.
14 retazos de idiomas registrados y grabados en LUX, el cual la afianza como una mujer de mundo, que trata de encontrar su nicho, su identidad, como la artista inmensa y de talla internacional que es. La experiencia musical se siente como si estuviéramos en el universo de Dante, pasando por la tierra, el cielo, el infierno y el purgatorio. Pianos, violines, contrabajos, violonchelos... lo clásico está presente en cada canción como golpazos que reflejan la mente creativa de Rosalía en todo su esplendor.
Tema aparte y que merece mención es el hecho de que toda la campaña previa fue enfocada en el disco / CD como objeto físico que nos recuerda la importancia del trabajo visual como parte de un todo para poder apreciar la extensión del arte de Rosalía.
Otro movimiento inteligente de la catalana es que este cuarto trabajo, LUX, posee 3 temas exclusivos que no estarán disponibles en servicio streaming o plataformas digitales y a fuerzas obliga, al que tiene mayor curiosidad, a comprar el disco para poder escuchar los tracks en su totalidad. Una genia.
La valentía de un artista de verdad está en seguir con sinceridad lo que su espíritu creativo le dicta, sin pensar en la necesidad de satisfacer las exigencias de la industria y, en este caso, Rosalía le ha sacado varios cuerpos de ventaja a su generación. Eso sí que es verdadero amor propio.







