Alondra de la Parra subraya el valor fundamental del arte: 'No es un lujo, es una necesidad'
En el marco del Festival PAAX GNP, Alondra de la Parra nos habla del nacimiento de este evento único, sus desafíos, sus mayores anhelos y de la música como un medio de sanación
Alondra de la Parra concibió la idea de crear un festival cultural que reuniera lo mejor de la música y la cultura en un paradisíaco lugar en el Caribe mexicano. En 2022 nació el Festival PAAX GNP y qué mejor lugar para llevarlo a cabo que en el Hotel Xcaret Arte, en Quintana Roo, uno de los lugares más fascinantes en México, donde convergen el arte y la naturaleza. Cada año, este espacio se transforma en un punto de encuentro de distintas disciplinas y latitudes para exaltar la cultura. En esta cuarta edición, que se llevó a cabo del 19 al 29 de junio, los asistentes disfrutaron de grandes actividades donde el repertorio clásico coincidió con la creación contemporánea, bajo los colores turquesa del Caribe mexicano.
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Alondra de la Parra concibió el festival hace años y en 2022 fue una realidad; ese año se llevó a cabo la primera edición del festival.
"El Festival PAAX GNP ha sido un sueño propio desde hace muchísimo tiempo. Al tener la oportunidad de viajar por todo el mundo y conocer a tantos artistas maravillosos, siempre quise compartir un poco de eso con México, con mi gente".
Galas de ballet, conciertos sinfónicos, encuentros entre el público con los artistas (PAAX Talks) y los PAAX Darkside con estrellas como Mane de la Parra o Neïma Naouri fueron algunos de los eventos que se llevaron a cabo en el festival, el cual es único en el país.
La cuarta edición del Festival PAAX GNP fue todo un éxito.
En entrevista con la directora de orquesta mexicana, esta nos habló acerca del corazón del festival, el cual describió como una experiencia "inmersiva y transformadora". En esta conversación, Alondra, quien formó parte de nuestro listado como Latina Powerhouse en 2022, nos contó acerca de La Orquesta Imposible; esa con lo que ha hecho realidad lo que parecía imposible, justo como su nombre lo indica.
Alondra de la Parra dirigiendo la Sinfonía n°1 en Re mayor, Titán de Gustav Mahler.
En plena pandemia del coronavirus, en 2020, cuando la incertidumbre reinaba en cada rincón del planeta, la directora mexicana tuvo la idea de crear una orquesta con los mejores músicos del mundo. Los conciertos en vivo eran algo impensable, pero ella de inmediato tuvo la idea de llevarlo a lo digital y así nació La Orquesta Imposible, con el objetivo de generar conciencia y apoyar a mujeres y niños de México afectados por el COVID-19. Cuando la pandemia llegó a su fin, La Orquesta Imposible siguió en lo suyo, convirtiéndose en la orquesta residente del Festival PAAX GNP.
Además de apoyar a las comunidades vulnerables a través de La Orquesta Imposible, Alondra de la Parra creó el proyecto Armonía Social, un programa dedicado a la enseñanza y práctica colectiva de la música orquestal para niñas, niños y jóvenes.
Alondra de la Parra con la joven compositora María del Carmen Virgilio de Armonía Social, creadora de 'Así te veo Yucatán'.
Los niños y niñas en una orquesta aprenden, además de a tocar un instrumento, capacidad de abstracción, materialización de nuevas metas y sueños, disciplina, trabajo en equipo, descubre el poder trascendental de la música, explora la creatividad, encuentra identidad y pertenencia, aprende de la honestidad, genera autoestima y confianza en el grupo. Además, es un gran antídoto para la deserción escolar y combatir la falta de futuro y esperanza.
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Alondra, ¿cómo llega a ti el Festival PAAX GNP?
El Festival PAAX GNP ha sido un sueño propio desde hace muchísimo tiempo. Al tener la oportunidad de viajar por todo el mundo y conocer a tantos artistas maravillosos, siempre quise compartir un poco de eso con México, con mi gente. Así empezó a tomar forma la idea de un festival que pudiera reunir a los mejores artistas del mundo. Aún parecía algo lejano y complicado por todas las implicaciones que esto conlleva, tuve la fortuna de encontrarme con otro visionario comprometido con llevar a México eventos culturales de la más alta calidad: el señor Alejandro Baillères, quien, a través de GNP Seguros, me ayudó a hacerlo posible.
Además, encontramos un excelente aliado en Grupo Xcaret, lo que nos permitió no solo contar con un programa de primer nivel, sino también desarrollarlo en un espacio con instalaciones a la altura, en un lugar paradisíaco como lo es el Caribe mexicano. Así nació este espacio donde lo sinfónico convive con lo popular, con la danza, con la palabra. No quería que fuera solo un festival, sino una experiencia inmersiva, transformadora y profundamente humana.
¿Por qué se llama la Orquesta Imposible? ¿De dónde surge el nombre y por supuesto, la iniciativa?
La Orquesta Imposible nació en uno de los momentos más inciertos y vulnerables que hemos vivido como humanidad: la pandemia por COVID. En ese entonces, muchas cosas parecían imposibles, especialmente la música orquestal. El simple hecho de reunir a decenas de músicos en un mismo espacio era impensable por el riesgo sanitario que implicaba. Sin embargo, algo dentro de mí se resistía a aceptar el silencio como única opción.
Fue entonces cuando surgió la idea: ¿y si llevábamos la orquesta al plano digital? ¿Y si reuniéramos a algunos de los mejores solistas del mundo —gente que, en condiciones normales, jamás podría coincidir en una misma orquesta— y lográbamos hacer música juntos desde la distancia?
Así contacté a músicos extraordinarios como Guy Braunstein, Felix Klieser, Sarah Willis, Rolando Villazón y muchos otros que generosamente aceptaron sumarse. Cada uno grabó su parte en estudios ubicados en distintas ciudades del mundo, bajo estrictas medidas sanitarias. Y así, en 2020, nació La Orquesta Imposible, un conjunto único que desafió la distancia y la incertidumbre para presentar su primera obra: el Danzón n.º 2 de Arturo Márquez, en formato digital.
Le llamamos “imposible” porque, en muchos sentidos, lo era. Pero también porque la música, como necesidad humana básica, siempre encuentra un camino. Y este proyecto lo demostró con una fuerza y una belleza que nos conmovió a todos. No fue solo un acto artístico, fue una declaración: incluso en los momentos más oscuros, el arte puede encender una chispa de esperanza. Y la Orquesta Imposible se convirtió así, en la orquesta residente del festival.
La Orquesta Imposible nació en la pandemia del Coivd-19.
"El simple hecho de reunir a decenas de músicos en un mismo espacio era impensable por el riesgo sanitario que implicaba. Sin embargo, algo dentro de mí se resistía a aceptar el silencio como única opción".
Alondra de la Parra
La música, para muchos, es un vehículo para sanar. Actualmente, con todo lo que está pasando en el mundo, ¿de qué forma crees que el arte contribuye a hacer de este lugar uno menos infeliz?
Yo creo profundamente que el arte no es un accesorio, es una necesidad. En tiempos de crisis —ya sean personales o globales— la música, la danza, el teatro… nos recuerdan que seguimos vivos, que todavía sentimos, que podemos conectarnos unos con otros más allá de las palabras. El arte es un refugio, sí, pero también una trinchera. No solo nos consuela: nos despierta, nos confronta, nos empuja hacia lo esencial.
En un mundo tan lleno de ruido y fractura, la música nos vuelve a conectar con nuestra humanidad. Tiene esa capacidad única de tocarnos por dentro, de darnos perspectiva y esperanza. Es un lenguaje sin pasaporte, sin fronteras ni ideologías. A veces, simplemente escuchar un acorde puede ser el primer paso para abrir el corazón.
Y no solo sana al que escucha, también transforma a quien la crea. El arte nos obliga a mirar hacia adentro, a empatizar, a imaginar otros mundos posibles. Y cuando el mundo parece caerse a pedazos, el arte se vuelve una forma de resistencia, de sanación colectiva. Ahí radica su fuerza.
Alondra de la Parra nos habló de los desafíos que ha enfrentado en su carrera, como las ideas preconcebidas de que el liderazgo debe venir de una figura masculina.
"Yo creo profundamente que el arte no es un accesorio, es una necesidad".
Alondra de la Parra
Alondra, en un mundo dominado por los hombres, ¿cuál ha sido el desafío más grande que has enfrentado?
El desafío más grande siempre ha sido contra mí misma. En efecto, el mundo, y particularmente el de la música clásica ha estado históricamente dominado por hombres, pero cuando quieres crecer —de verdad crecer—, se trata de demostrarte a ti misma que tienes la capacidad de estar al frente de una orquesta y convertirla en su mejor versión.
He tenido que enfrentar prejuicios y clichés que aún sobreviven en este medio: la idea de que el liderazgo musical debe venir envuelto en una figura masculina, imponente, incluso autoritaria. Esa imagen del director de orquesta como un general. Pero yo creo en otra forma de liderazgo, donde la sensibilidad, la intuición y la empatía no están peleadas con la firmeza. Como he dicho antes: puedo dotar a la música de gran masculinidad si la obra lo requiere, pero también puedo llevarla hacia lo etéreo, lo vulnerable, lo salvajemente humano. La música no tiene género, y quien la interpreta tampoco debería estar limitado por uno.
Mi deseo es que, algún día, ver a una mujer al frente de una orquesta no sea motivo de conversación, sino simplemente parte de la normalidad. Y que quienes vengan después no tengan que abrirse paso entre tantos prejuicios, sino solo a través de su talento.
Has dirigido muchas orquestas, pero sin temor a equivocarme creo que la Orquesta Filarmónica de las Américas es como tu bebé, como un ‘hijo’ por así decirlo, ¿qué es lo que te ha enseñado a lo largo de estos más de 20 años?
La Filarmónica de las Américas fue uno de mis primeros grandes sueños y me enseñó que el sueño es solo el inicio. Fundar una orquesta en Nueva York siendo joven, mexicana y mujer fue una locura… pero una locura hermosa. Quería crear una orquesta que sirviera de plataforma para exhibir a jóvenes intérpretes y compositores de Latinoamérica, y darle a nuestra música el lugar incuestionable en el repertorio orquestal estándar que se merece. Y lo logramos.
Con la creación de la Orquesta Filarmónica de las Américas aprendí a liderar, a escuchar, a caer y levantarme. Me enseñó una lección muy importante: que construir algo desde cero tiene un valor incalculable y es un aprendizaje que me impulsa hasta ahora.
Para Alondra de la Parra, el arte es una necesidad.
"Las niñas —y los niños también— tienen derecho a imaginarse en grande, a tomar el espacio que les pertenece. El camino no será fácil, pero el mundo necesita su voz, su mirada, su sensibilidad. No esperen a que les den permiso".
Alondra de la Parra
Si tuvieras que quedarte solo con un instrumento, ¿cuál sería?
Es una pregunta muy difícil, porque cada instrumento tiene una voz propia, un carácter, una forma distinta de conmover. Me atrae mucho la voz del chelo, por ejemplo: profunda, melancólica, casi humana. Tiene esa capacidad de abrazarte con el sonido. Como pianista, no puedo dejar de mencionar el piano por su versatilidad: es como una orquesta en sí mismo, con un rango que va de lo íntimo a lo grandioso en segundos.
Pero si tuviera que elegir… creo que no podría. Dirigir me ha enseñado a escuchar cada instrumento no solo por separado, sino en relación con los demás. La maravilla no está en la individualidad, sino en cómo, juntos, los sonidos crean algo que va más allá de lo que cualquiera puede lograr por sí solo. Eso es lo que me conmueve cada vez que estoy frente a una orquesta: la suma de muchas voces distintas que, en conjunto, cuentan una sola historia.
¿Cuál es tu mayor sueño aún por cumplir como directora?
Lo bonito de los sueños es que, conforme la vida va pasando, mutan, evolucionan, se transforman… he tenido la gran suerte de ver hacerse realidad muchos de mis sueños. Otros siguen siendo sueños, y otros dejaron de serlo, y está bien qué sea así. Sea lo que sea que soñamos, pienso que lo importante es no dejar nunca de soñar.
¿Qué mensaje darías a las niñas latinas que buscan el arte como modo de vida y que a veces las limitaciones de sus vidas les impiden soñar?
Enlazando con la pregunta anterior: A todas esas niñas les diría: sueñen, aunque parezca una locura. El arte no es un lujo, es una necesidad. Y las niñas —y los niños también— tienen derecho a imaginarse en grande, a tomar el espacio que les pertenece. El camino no será fácil, pero el mundo necesita su voz, su mirada, su sensibilidad. No esperen a que les den permiso.
Por eso nació Armonía Social, un proyecto del Festival PAAX GNP que me llena el alma. Es nuestra manera de tender la mano a esas niñas y niños del Caribe mexicano que tienen un sueño y una voz interior que merece ser escuchada. No se trata solo de formar músicos; se trata de abrir posibilidades, de sembrar confianza, de decirles: “tú puedes estar ahí”.