Las grandes firmas del mundo suelen tener famosas personalidades detrás de ellas. No se puede pensar en Microsoft sin Bill Gates o en Amazon sin Jeff Bezos, pero hay otras en las que no es tan sencillo recordar quiénes son sus propietarios. Un ejemplo perfecto de esto es Chanel, que a pesar de ser la marca francesa por excelencia y el referente total en el mundo de la moda, son pocas las personas que pueden mencionar quiénes son sus dueños. Desde hace tres generaciones, la familia Wertheimer es la dueña de la firma creada por Gabrielle Chanel, y son dueños de una fortuna que se calcula en 45,500 millones de euros.
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Fue en 1924 cuando la familia se hizo cargo de la compañía, desde entonces, la discreción es norma. Sería casi imposible reconocerlos entre los invitados de uno de los desfiles y sus apariciones públicas son pocas y esporádicas. Alrededor de su familia hay un halo de hermetismo que ha llevado a que ésta sea la primera vez en 110 años en que hicieron públicos sus resultados financieros, pues Chanel no cotiza en la bolsa. Uno de sus grandes éxitos es que han logrado que Chanel no sea absorbida por los grandes conglomerados de moda, que suelen comprar las firmas y manejarlas de forma similar. En este caso, Chanel pasó de las manos de su creadora a la de esta familia sin nunca más haber cambiado de dueño.
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Los hermanos Alain y Gérard apenas han concedido entrevistas en las últimas cuatro décadas y no llevan un estilo de vida que sea documentado por los medios. Alain, el mayor, está a cargo de la empresa que también es dueña de otras dos firmas, y desde Nueva York hace sus manejos. Gérard vive en Ginebra, él se encarga del área de joyas y relojería. Cada uno de ellos tiene tres hijos, quienes se convertirán en la cuarta generación de la familia en hacerse cargo de la marca.
Cómo llegó Chanel a manos de los Wertheimer
La historia comienza en 1924, cuando Pierre Wertheimer llegó a un acuerdo con Coco Chanel para fundar la Société des Parfums Chanel, que sería la división de belleza de la marca de ropa que ella había creado. Esto sería la oportunidad perfecta para que llegará al público el que hoy conocemos como el Chanel N°5, un proyecto que Coco ya había comenzado.
Como suele pasar en estas sociedades, no todo fue miel sobre hojuelas, y en 1941 Coco intentó acabar con el acuerdo en el que los Wertheimer poseían un alto porcentaje de la empresa, pero no lo logró. En 1954 la batalla terminaría, Coco le vendía a Pierre su porción de la compañía. ¿La condición? Que se respetara su legado, algo que se ha hecho hasta este momento. Además, Wertheimer se hizo cargo de costear la vida lujosa del ícono de la moda hasta el día de su muerte. A Pierre lo sucedería su hijo Jacques, quien más tarde sería relevado por sus hijos. Su gran acierto fue poner a Karl Lagerfeld a la cabeza de la marca y lo demás es historia.