Hablar de Brigitte Bardot es una verdadera aventura que podría ser interminable en muchos aspectos. La actriz francesa, quien ha fallecido el pasado 28 de diciembre a los 91 años, marcó no solo la historia del cine sino también el mundo de la moda. Bardot fue una mujer que decidió vivir bajo el precepto de la libertad, sin pedir permiso, y que no se ciñó a lo que dictaba la sociedad francesa de hace algunas décadas atrás que se regía por el conservadurismo de la posguerra.
Destinada a ser una estrella, desde pequeña soñaba con ser bailarina clásica y entró a estudiar en el Conservatorio pese a la oposición de sus padres que pertenecían a una familia acomodada. El cine llegó de manera azarosa tras una temporada de constantes sesiones fotográficas y portadas de revistas, ya que su belleza era desconcertante.
Cuatro matrimonios, muchos amores
Roger Vadim
Su vida sentimental fue tan variada y amplia como sus roles profesionales. Según la describe la autora de una de sus biografías, Ginette Vincendeau, Bardot llegó a estar relacionada hasta con 100 hombres. Cuando tan solo tenía 18 años, contrajo matrimonio con Roger Vadim, un director de cine que la descubrió cuando tan solo ella tenía 16 años y quien lanzaría su carrera a la pantalla grande. Contrajeron nupcias en 1952 y estuvieron casados por 5 años.
Las infidelidades y el escándalo se convirtieron en material de consumo junto a su vida privada y terminaron con su matrimonio. Su relación posterior con Jean-Louis Trintignant, compañero de reparto, desató un bulo que acaparó titulares.
Jacques Charrier
Luego de una serie de romances breves, la figura de Jacques Charrier aparecería en su vida y se convertiría en su segundo esposo en 1959. Con él tuvo a su único hijo, Nicolas. La maternidad le fue un tema ajeno y la custodia de su primogénito quedó en manos del padre. La relación madre-hijo fue distante por años y de hecho, ella nunca ocultó su dificultad para ejecutar su papel de mamá ya que lo consideraba como un rol impuesto.
El vertiginoso ritmo de vida que llevaba iba de la mano con sus aventuras amorosas y tras su segundo divorcio, Bardot mantuvo una serie de romances con figuras claves de la cultura del siglo XX. Entre sus relaciones más sonadas destacó la que mantuvo con el cantante y compositor francés Serge Gainsbourg que dejó canciones míticas como Je t’aime… moi non plus.
Gunter Sanchs
Su tercer matrimonio fue con el magnate alemán, Gunter Sanchs, quien la cortejaba con gestos exuberantes como por ejemplo lanzarle pétalos de rosas desde un helicóptero y lujosos viajes por Europa. Se casaron en secreto en Las Vegas de manera exprés que tanto caracteriza a la llamada "Ciudad del pecado". Sin embargo, al los tres años de unión estaban tomando caminos separados debido a las infidelidades constantes, en 1969.
La relación, que también fue de lo más mediática, dejó una frase icónica por parte del propio Sanchs que describía a la perfección lo que significaba estar en una relación con la musa francesa: un año con Bardot equivalía a una década de vida convencional.
Con tan solo 38 años, Brigitte Bardot toma la decisión de retirarse del cine en 1973. Lejos de eso significar un alto del foco mediático sobre ella, sus relaciones románticas seguía siendo la comidilla de la prensa. Estuvo con actores, literatos, cantantes, el jet set; no obstante, su amorío con el escultor Miroslav Brozek fue uno de los más cruciales en su haber, con quien mantuvo un concubinato desde 1975 hasta 1979.
Bernard d'Ormale
En 1992 se casó con Bernard d'Ormale quien fue su marido hasta el final de sus días. Esta última etapa estuvo marcada por una apacible tranquilidad doméstica al estar refugiada en su palacete del sur de Francia. En este tramo hizo pocas apariciones públicas y vivió una vida alejada de los focos. Estuvo enfocada en el cuidado de los animales y fundó una organización dedicada a campañas internacionales en defensa de estos.
La historia sentimental de Brigitte Bardot es la de una mujer que nunca supo a medias tintas. Amó con intensidad, rompió esquemas, relaciones y optó por retirarse cuando entendió que la fama se le había ido de las manos. Nos queda el retrato completo de una mujer que buscó incansablemente ese tan preciado y difícil bien de la libertad.









