A principios de los 2000, mientras Gustavo Cerati se enfocaba en el lanzamiento y promoción de su tercer álbum como solista, Siempre es Hoy, habitaba una casa en el barrio de Coghlan, en Buenos Aires, Argentina. Aquella propiedad en la calle Congreso al 3700 no sólo era de su gran amiga la artista Mariana Olmi, hermana de Boy Olmi; sino que entre sus paredes guardaba, literalmente, el gran secreto de un crimen que ha puesto los ojos en la vivienda desde hace unas semanas, y del que poco a poco empiezan a salir detalles cada vez más escalofriantes.
El pasado 20 de mayo, mientras algunos trabajadores realizaban excavaciones en la propiedad que ya había sido demolida, hallaron en las paredes colindantes restos humanos, así como pertenencias de la persona ahí enterrada, entre ellos un reloj Casio CA-90 con calculadora, la suela de un zapato, un llavero y una moneda japonesa usada como amuleto de buena suerte. De inmediato el nombre del cantante salió a relucir, así como la historia del predio y las dudas más importantes: ¿A quién pertenecían esos restos? ¿Y quién los escondió ahí?
Las autoridades iniciaron una investigación, y ha sido el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) el que emitió un reporte en el que confirman que los huesos pertenecían a un joven de entre 15 y 19 años, con una estatura de 5.8 pies (1.77 metros) y talle 41 de zapatos. En el reporte se describen características como los brazos más grandes que el resto del cuerpo, además de que aún no le salían las muelas del juicio y tenía torcido un diente inferior derecho.
La trágica muerte de la persona encontrada
Sin embargo, lo más trágico de este hallazgo, es la causa de muerte, que habría sido por una lesión de arma punzocortante entre la cuarta y quinta costilla. Por si fuera poco, se encontró que el fémur izquierdo presentaba signos de un intento de desmembramiento con una herramienta filosa, que aunque no se logró el objetivo, dejó marcas visibles aún después de 30-40 años.
Los objetos localizados junto a los restos habrían determinado la fecha en la que todo ocurrió, pues el modelo CA-90 del reloj Casio, sitúa la cronología entre 1982 y 1990, años en los que se utilizó ese accesorio que, para entonces, era de gran tecnología al incluir una calculadora miniatura. Por esta ventana de tiempo, Cerati no habría tenido idea de que entre las paredes de la casa que habitaba había un cuerpo, descartando su responsabilidad en el caso.