Estos últimos años, el maquillaje estuvo dominado por una estética casi universal y uniforme: piel pulida y luminosa, tonos nude, labios apenas definidos y una obsesión colectiva con el “clean look”. Si bien esta tendencia respondió a una necesidad de calma visual y minimalismo post-pandemia, hoy parece que estamos introduciéndonos a una nueva etapa.
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La moda y la belleza son cíclicas, cuando la neutralidad se agota, el color regresa con fuerza. De cara a 2026, el maquillaje colorido no solo parece estar de vuelta, sino que se posiciona como una herramienta de expresión, rebeldía y juego estético.
El regreso del color en el mundo de la belleza
Las pasarelas de primavera/verano 2026 ya lo habían anunciado. En las entregas de firmas como Lacoste, Issey Miyake y Thom Browne vimos a las modelos llevar sombras saturadas de color que contrastan con siluetas deportivas depuradas, demostrando que el color puede convivir con lo utilitario.
En shows como Kiko Kostadinov, el maquillaje se convirtió en un elemento casi narrativo: tonos eléctricos, rubores intensos y combinaciones inesperadas que refuerzan su visión futurista y experimental. Por su parte, Jean Paul Gaultier retomó el dramatismo cromático con una propuesta que celebra el maquillaje como todo un performance.
Uno de los cambios más interesantes lo vimos en el uso del rubor, que abandona el rosa tímido para explorar gamas más intensas: naranjas quemados, corales vibrantes y rosas eléctricos aplicados de forma expansiva, casi escultórica. Este gesto conecta directamente con una estética más emocional y expresiva, en contraste con el rostro “perfecto” que dominó los últimos años.
Los labios también se rebelan. Celebridades como Khloé Kardashian ya han sido vistas apostando por tonos morados profundos y acabados glossy que recuerdan al glamour oscuro de finales de los noventa y principios de los dos mil. Esta tendencia dialoga directamente con el auge del soft goth, pero llevándolo hacia un terreno más pop y accesible, muy a la Y2K.
Vimos que el color alcanzó otro nivel en algunos shows donde vimos pestañas de colores primarios y pasteles, transformando un elemento mínimo en el punto focal del rostro. De manera similar, vimos bloques de color y sombras gráficas que enfatizan movimiento, textura y pigmento, reforzando la idea de que el maquillaje vuelve a ser parte integral del look, no sólo un complemento secundario.
Este regreso del color también responde a un cambio cultural más amplio. En una era marcada por la hiperexposición digital y la búsqueda constante de identidad, el maquillaje vuelve a ser un espacio de experimentación personal. Y para 2026, el mensaje es claro: el maquillaje deja de esconderse. Sombras vibrantes, pestañas de colores, rubores intensos y labios audaces se convierten en símbolos de una nueva etapa donde la belleza recupera su dimensión lúdica, artística y emocional.
Aunque el clean look no desaparece del todo, deja de ser la norma dominante. En su lugar, el color reclama su espacio, recordándonos que maquillarse también puede ser un acto de libertad.
