La semana de la moda en París es la oportunidad perfecta para hacer un statement de estilo, y Pamela Anderson no dejó pasar la oportunidad para hacer el propio. Hace unos años, la actriz apostó por asistir al desfile de Vivienne Westwood en la misma capital fashionista sin una gota de maquillaje, un acto que dejó a muchos sin palabras y que generó toda una conversación alrededor de la forma en la que percibimos la belleza. Ese fue sólo el comienzo de la Pamela que vemos hoy, más libre y auténtica.
Ahora, la actriz apostó por reinventarse y en plena Fashion Week presumió un nuevo look con el que lució irreconocible pero igual de sensacional. La también activista canadiense dio un giro inesperado a su imagen cambiando su clásica melena rubia por un tono cobre cálido.
Una nueva Pamela Anderson
El cambio de look de la protagonista de Baywatch no es poca cosa y se trata de un cambio que reafirma cómo es Pamela Anderson hoy. Si bien en los noventas la asociábamos con los excesos, mucho maquillaje y Hollywood, ahora la actriz se muestra en su versión más real.
La actriz presumió su nuevo look en una cóctel ofrecido por Cartier en la capital francesa con un vestido satinado en tono marfil que llevó con un styling minimalista, pues Anderson dejó que su nueva melena fuera la protagonista de la noche.
El color de su melena le aporta frescura y sofisticación, además el nuevo corte — un bixie cut— enmarca su rostro de manera natural y representa una versión más madura y etérea, diferente a la estrella que en los años noventa se convirtió en ícono mundial.
Lejos de las producciones recargadas que solía elegir en el pasado, Pamela ha consolidado en los últimos años un estilo más auténtico, apostando por looks libres de maquillaje excesivo y cargados de naturalidad, lo cual la ha convertido en un referente de la llamada clean beauty.
El giro de Pamela al cobre satinado no solo marca un nuevo capítulo en su estilo, sino que también confirma su capacidad de evolucionar y mantenerse vigente en la industria fashionista, incluso en un escenario tan competitivo como París. Y demuestra que incluso los íconos deben de reinventarse de vez en cuando.