El bienestar está en su punto más alto. Hoy, más que nunca, las personas están en constante búsqueda de nuevos hábitos y estrategias para complementar su rutina diaria. Lo que antes se resumía en una buena alimentación y al menos 30 minutos de ejercicio, ahora involucra muchos otros pasos para sacar el máximo provecho al entrenamiento, la dieta y el descanso. Entre estos nuevos hábitos que están creciendo rápidamente, encontramos la terapia de calor como una de las favoritas del mundo fitness.
Existen muchas maneras de integrar el calor a la rutina. Hay quienes optan por acudir a gimnasios y estudios que ofrecen clases de pilates, yoga o barré con calor para obtener mayores beneficios. Sin embargo, una de las opciones más populares —y queridas por todos— es, sin duda, el sauna. Es común ver a celebridades mexicanas como Bárbara de Regil o Marimar Vega compartir con sus seguidores cómo integran el sauna a su rutina matutina. Y claramente no son las únicas. Pero, ¿de dónde viene este furor por pasar tiempo en el sauna?
El origen del sauna
Aunque hoy es común ver saunas en hoteles y spas alrededor del mundo, y su popularidad parece relativamente reciente, su origen es mucho más antiguo de lo que imaginamos. Algunos expertos calculan que las primeras versiones del sauna surgieron hace más de 10 mil años en Europa, donde se utilizaban pozos en la tierra como espacios de calor. En el fondo de estos pozos se colocaban rocas que se calentaban con ayuda de una fogata.
En América Latina, estas “casas para sudar” se usaban como complemento de rituales de purificación o desintoxicación, mientras que en países asiáticos como Japón, los baños de calor se colocaban junto a los templos como una forma de purificación. Actualmente, el sauna se encuentra en gimnasios, centros de bienestar y hoteles como técnica de relajación o complemento al entrenamiento. Y sí, sus beneficios son más amplios de lo que imaginamos.
Estos son los beneficios del sauna
Aunque existen distintas versiones del sauna, el más tradicional es el conocido como “sauna seco”. Se trata de cuartos usualmente revestidos de madera, tanto en muros como en bancas, que alcanzan temperaturas de hasta 110 °C. Los expertos en salud han comprobado que pasar tiempo en el sauna ofrece beneficios físicos, emocionales y espirituales. Uno de sus efectos más inmediatos es la mejora de la presión arterial, gracias a la dilatación de los vasos sanguíneos, lo que también favorece la salud cardiovascular.
Para quienes se preguntan por qué muchos optan por entrar al sauna después de entrenar, la respuesta es clara: la terapia de calor tiene el potencial de aliviar la tensión muscular y prevenir dolores o lesiones. Someter el cuerpo al calor ayuda a transportar oxígeno y nutrientes de manera más eficiente hacia los músculos, favoreciendo así su rápida recuperación.
En cuanto a la piel y el cabello, el calor también tiene múltiples beneficios para quienes buscan una terapia integral. Al sudar, la piel se desintoxica, los poros se abren y se eliminan toxinas. Por eso, el uso del sauna puede mejorar visiblemente el aspecto de la piel y ayudar a prevenir el envejecimiento prematuro. Además, se ha relacionado con una mejora en el estado de ánimo, ya que estimula la liberación de endorfinas y mejora la calidad del sueño; lo cual, a largo plazo, también beneficia la salud del cabello y la piel.
Si quieres experimentar estos beneficios, los expertos recomiendan pasar entre 15 y 20 minutos en el sauna, y mantener una hidratación intensiva antes y después de la sesión para prevenir efectos adversos. Ya sea que lo pruebes después de entrenar o un fin de semana para desconectarte, los resultados pueden ser sorprendentes.