Si eres amante del mundo de la belleza y el maquillaje, probablemente inviertes tiempo y dinero en encontrar los productos perfectos, aquellos que se adaptan a tu tipo de piel y lo que esta necesita. Sin embargo, hay algo que muchas veces pasa desapercibido pero que es igual de importante: tus brochas. Aunque en ocasiones se nos olvida, utilizar brochas de calidad y mantenerlas limpias es fundamental para una buena e higiénica aplicación de maquillaje.
Las herramientas con las que aplicas tu makeup muchas veces son las responsables del performance tu maquillaje, así como de la apariencia de tu piel. Te contamos todo acerca sobre la importancia de limpiar tus brochas y cómo hacerlo paso por paso, así que ¡toma nota!
¿Por qué es importante limpiar tus brochas?
Con el uso constante, las brochas acumulan restos de producto, grasa, células muertas y bacterias, una combinación no muy limpia que digamos. Aplicar tu maquillaje con herramientas sucias puede derivar en brotes de acné, irritaciones y hasta infecciones cutáneas. Además, los residuos en las brochas pueden afectar la aplicación: los colores no se ven iguales, el difuminado pierde calidad y los acabados se vuelven irregulares.
Entonces, ¿cada cuánto es necesario limpiar tus brochas? Los dermatólogos y maquillistas profesionales recomiendan lavar tus brochas una vez por semana, sobre todo si las usas con frecuencia. Ahora bien, todo aquello que utilices para productos líquidos o en crema, como base o corrector, requieren aún más atención, debido a que son más propensas a acumular bacterias.
¿Cómo limpiar tus brochas?
Limpiarlas no tiene que ser complicado. Puedes usar un jabón neutro o uno específico para brochas, agua tibia y la palma de tu mano, aunque hoy ya existen pequeños tapetes de silicona con textura que puedes utilizar para masajear suavemente las cerdas. No te preocupes que tenemos el paso a paso para que sea mucho más sencillo para ti limpiarlas y las dejes como nuevas.
- Remoja tus brochas (las cerdas) en agua tibia y déjalas reposar por 10 minutos.
- Saca una por una, y mientras están húmedas, aplica jabón neutro (puede ser líquido o puedes pasarlo sobre un jabón sólido).
- Una vez que tengan jabón, frótalas por encima de tu palma (o un silicón con textura) y enjuaga hasta que el agua salga completamente limpia.
- Déjalas secar y no las utilices hasta que estén completamente secas.
Si sientes que tu brocha favorita ya no rinde igual, no significa que tengas que reemplazarla, solo lavarla.