"Es un proceso que tengo suúper automatizado. Tengo mi armario y la mayor parte de mis prendas integradas en mi cerebro y acudo a él para imaginarme los looks, después de la imaginación llega la práctica. Siempre preparo la maleta según categorías, voy por orden de ropa, calzado, accesorios, gadgets y neceser. Así no me dejo de nada, aunque siendo honesta casi siempre se me escapa algo", confiesa esta treintañera que, en 2019, se lanzaba al mundo empresarial con una firma de belleza.