El clásico vestido blanco de verano, los diseños de tonalidades que potencian el bronceado, como el beetroot purple o el amarillo iris, el versátil minivestido negro apto para los meses de calor... Los vestidos monocolor demuestran sus infinitas posibilidades a la hora de elaborar conjuntos de calle o looks para ocasiones especiales. Sencillos pero no simples, te permitirán jugar con los complementos más llamativos o, por el contrario, sumarte a la estética effortless más elegante. Opciones con vocación de básicos que incorporan detalles de tendencia sutiles, como los volantes, nido de abeja o acabados satinados. En la imagen, un vestido de inspiración campestre de Reformation.