La fiesta de pedida, la preboda, el estilismo para ser testiga (o protagonista) del sí, quiero, el posterior look de la fiesta de celebración... cuando recibes una invitación a una boda, muchas veces implica algo más que una única cita. Y aunque nuestro vestuario dependerá siempre del tipo de enlace -íntimo y sencillo, rural, por la iglesia....- la mayoría de las veces sufrimos el mismo problema. Y es que más allá de buscar el look de invitada perfecta, hay detalles que a veces resultan difíciles de controlar o que nos juegan malas pasadas después de varias horas de pie. Porque, mucho se habla del cada vez más frecuente segundo vestido de novia pero ¿qué pasa con los segundos zapatos?
Tanto la protagonista del gran día como las invitadas suelen terminar por dejar a un lado los tacones para apostar por un calzado plano o de tacón bajo con el que poder bailar toda la noche. Y aunque comienza a ser habitual que los propios novios faciliten zapatos para quien quiera cambiarse en la fiesta (normalmente alpargatas o bailarinas), lo mejor es traer de casa la opción que mejor combine con nuestro vestuario y que además nos evite daños inesperados en nuestros pies.