La boda de Cayetano Martínez de Irujo y Bárbara Mirjan, celebrada este sábado en Sevilla, se ha convertido en uno de los grandes acontecimientos sociales del otoño. La iglesia del Cristo de los Gitanos, templo favorito de la recordada duquesa de Alba, ha sido el escenario escogido por la pareja para darse el “sí, quiero”. Tras la ceremonia, los invitados se han desplazado a Las Arroyuelas, la finca del duque de Arjona, donde va a tener lugar un banquete con marcado sabor andaluz.
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El enlace, al que han asistido más de 300 invitados, ha congregado a buena parte de la aristocracia y la alta sociedad española. Desde Eugenia Martínez de Irujo acompañada de su hija Tana Rivera, a la propia madrina de la boda, Amina Martínez de Irujo, y Sofía Palazuelo, que ha acaparado buena parte de los focos al reaparecer en público pocas semanas después de haber dado a luz a su tercer hijo.
Sofía Palazuelo, duquesa de Huéscar y esposa de Fernando Fitz-James Stuart, ha llegado a la iglesia junto a su marido, primogénito del actual duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart. La pareja ha posado también junto a este último. Para la ocasión, Sofía ha optado por un vestido verde intenso, un tono muy en sintonía con la estación.
El diseño destaca por su fluidez y ligereza, con una caída natural que se mueve con gracia al caminar. La asimetría, un recurso recurrente en la moda contemporánea, añade dinamismo al conjunto, al que se suman discretos detalles de volantes que aportan un aire romántico sin caer en lo recargado. El efecto capa, con aberturas en los brazos, da la ilusión de manga larga y dota al vestido de una silueta sofisticada y moderna, a partes iguales.
El conjunto se completa con sandalias de tacón fino y un bolso de mano en color negro. En cuanto a las joyas, la duquesa ha optado por la sencillez: unos pendientes largos como única pieza destacable, fiel a la máxima de que menos es más.
El beauty look elegido por Sofía acompaña a la perfección el tono sobrio del vestido. Con su media melena suelta y lisa, peinada con raya al lado, proyecta un aire pulido y elegante sin esfuerzo. El maquillaje, de acabado natural, resalta sus facciones sin caer en excesos, confirmando una vez más que la duquesa es fiel a una estética minimalista que potencia su frescura innata.
Más allá de la moda, la reaparición de Sofía Palazuelo tiene un valor añadido: se trata de una de sus primeras salidas sociales tras convertirse en madre por tercera vez. Su presencia en la boda de Cayetano Martínez de Irujo no solo confirma el vínculo cercano entre las ramas de la Casa de Alba, sino que también simboliza su vuelta a la esfera pública con la serenidad y discreción que siempre la han caracterizado.
Desde que contrajera matrimonio con el duque de Huéscar en 2018, Sofía Palazuelo ha construido una imagen pública en la que la sofisticación se combina con un gusto por la sencillez. Sus elecciones nunca resultan estridentes, pero siempre acaban situándola entre las invitadas más elegantes de cualquier celebración. En esta boda no ha sido diferente: un vestido de inspiración otoñal, joyas mínimas, un peinado impecable y una actitud tranquila que refuerzan su identidad estilística.
Con este look, Sofía Palazuelo demuestra una vez más por qué es considerada un referente de la elegancia actual: fiel a sí misma, coherente con su estilo y siempre capaz de conjugar moda y naturalidad. En un día marcado por el peso de la tradición y la emoción familiar, la duquesa de Huéscar ha brillado como una de las invitadas más sofisticadas del enlace.