Ni tu ropa ni tus zapatos, hay algo que revela tu edad y quizá no lo sepas

Un estudio científico asegura que existe una manera de conocer, de forma aproximada, este dato

Por Regina Navarro

Hay que prestar atención a la forma de combinar un cárdigan, una falda midi o una blusa con lazada para evitar que te sumen años. Existen prendas y accesorios que te pueden hacer parecer mayor de lo que eres en realidad, igual que otras son capaces de rejuvenecerte. Lo mismo sucede con el peinado o el maquillaje. El corte correcto y los colores adecuados harán que tu rostro parezca mucho más luminoso. Sin embargo, es tu aroma el que realmente es capaz de revelar tu verdadera edad. Pero no el perfume que llevamos cada día, sino el olor natural de nuestro cuerpo. Esa es la conclusión a la que ha llegado biólogo sueco Johan Lundström, investigador del Monell Chemical Senses Center.

Seguro que, en más de una ocasión, cuando has cogido en brazos a un niño pequeño te has dado cuenta de que tiene un aroma especial. Esa fragancia que muchos clasifican como "olor a bebé" y que es una mezcla entre colonia para recién nacido y pastelería. Con el paso del tiempo, ese olor cambia y evoluciona. No es necesariamente mejor ni peor, simplemente diferente. En su estudio El olor especial de la edad, Lundström desveló que el aroma que desprende el cuerpo contiene una gran variedad de componentes químicos que pueden transmitir diferente información, entre ellas, la edad. Algo que se debe a los cambios hormonales que cada persona experimenta a lo largo de su vida.

El científico pidió a un grupo de voluntarios de diferentes edades que durmieran cinco noches seguidas con la misma camiseta. Una prenda que había sido desarrollada especialmente para atrapar el olor desprendido por el cuerpo. Durante ese periodo, todos los integrantes siguieron la misma dieta, en la que los picantes, el tabaco y el alcohol estaban prohibidos, utilizaron un gel y un champú neutros y guardaron durante el día la camiseta en una bolsa de plástico para evitar que se contaminara. Posteriormente, en una cata a ciegas, un nuevo grupo de personas aspiraron los diferentes aromas conseguidos y los clasificaron, indicando si pensaban que pertenecía a una persona mayor o a una joven. Además, debían decir si les parecía un aroma agradable o si les desagradaba.

Hubo alguna diferencia entre los olores que más gustaron y los que menos, pero todos los voluntarios coincidieron en una cosa: identificaron sin problema el grupo compuesto por personas de mayor edad. Ese olor que, según indicaron, era menos intenso que el resto, lo causa el 2-nonelal, una molécula que se genera en la piel al oxidarse los ácidos grasos de forma natural. El aroma es reconocible para todas las culturas, y los japoneses tienen incluso una palabra para describirlo, kareishu.

Una de las conclusiones más sorprendentes del estudio es que estas moléculas, que se encuentran diseminadas por toda la piel, empiezan a aumentar de forma considerable entre los 30 y los 40 años. Es entonces cuando los cambios hormonales hacen más proclive su formación y, por tanto, el aroma comienza a volverse diferente. Si te encuentras en esa franja de edad y no has notado ningún cambio, es normal. Según explican algunos expertos, con el paso el tiempo, nos cuesta más percibir olores. Tal y como indican en un estudio un grupo de científicos de la Universidad de Dresden (Alemania), antes de los ocho años y después de los sesenta, la mayor parte de los olores no se perciben con intensidad.  

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