El método de las italianas para un vientre plano sin dejar de comer pan, pasta o chocolate

Adelgazar sin hacer régimen y comiendo de todo es posible con la clave del método Adamski


Contar calorías no es la solución más efectiva para perder peso. Muchos dietistas lo han defendido durante tiempo y la ciencia lo ha corroborado recientemente. Frente a los regímenes ultra restrictivos y a aquellos planes de adelgazamiento que obligan a controlar cada cucharada, otras terapias flexibles, personalizables y que van más allá de un simple cómputo de energía se erigen como las ganadoras en la batalla contra la báscula. El mindfulness, la alimentación inteligente o la dieta disociada son algunas de las más comentadas hoy, pero las italianas contaban desde hace años con su propia versión, el método Adamski, que ahora recupera protagonismo gracias a los beneficios complementarios que ofrece. Y es que, aunque adelgazar es el principal objetivo de esta dieta ideada por el osteópata y naturópata Frank Laporte Adamski, también ayuda a mantener el vientre plano, reduce el insomnio y cuida la piel, un efecto holístico que, además, puede conseguirse comiendo alimentos de todos los grupos nutricionales.

“Dime cómo digieres y te diré cómo te encuentras” es el lema de Adamski y la clave para entender cómo funciona este plan cuya prioridad fundamental es facilitar la digestión. Son muchos los expertos que alertan de lo importante que es cuidar el sistema digestivo porque puede causar otros problemas y enfermedades, o, por el contrario, hacernos sentir mejor. Tras años de investigación, Frank Laporte Adamski encontró ciertas medidas para mejorar la salud en general a través de la dieta. La principal y más fácil de seguir: clasificar los alimentos según su tiempo de digestión en rápidos, neutros y lentos, y organizar el menú en función de esta diferenciación.

Alimentos rápidos, neutros y lentos

El método Adamski ordena todos los ingredientes en tres categorías: alimentos rápidos o ácidos (tardan entre 30 minutos y dos horas en digerirse), alimentos lentos o no ácidos (requieren entre cuatro o cinco horas) y alimentos neutros, cuyo papel es acelerar la digestión de todos los anteriores. Según el experto italiano, los alimentos rápidos no deben combinarse en una misma comida con los lentos, una premisa que recuerda a la dieta alcalina, pero que realmente tiene una razón de ser más práctica y fácil de entender.

Comiendo de forma independiente los alimentos lentos y los rápidos, se conseguiría que el proceso digestivo sea óptimo, evitando así la hinchazón del abdomen y mejorando la absorción de todos los nutrientes entre otros beneficios. Por el contrario, si se mezclaran unos y otros en una misma comida, Adamski afirma que la digestión podría ralentizarse y durar hasta 24 horas, con el consiguiente malestar. Lo mejor de este método -y por lo que parece haber conquistado a las italianas- es que sentirse bien y conseguir un vientre plano no pasa por restringir la dieta, sino, sencillamente, por conocer qué alimentos pertenecen a cada una de las categorías. Y no mezclarlos, claro.

· Alimentos rápidos: Frutas (incluido el tomate, pero no el aguacate) y zumos; pimientos y calabaza; especias picantes como el curry o el pimentón; bebidas carbonatadas y el té verde.

· Alimentos neutros: Aceite y vinagre; cebolla, berenjena y ajo; especias como la albahaca, el perejil o la pimienta; azúcar y chocolate negro; bebidas como café, leche, té y cerveza.

· Alimentos lentos: Todas las verduras y el aguacate; carne, pescado, queso y huevos; proteínas vegetales (tofu, seitán, lentejas, garbanzos, alubias); cereales y derivados como pan, pizza o pasta (preferiblemente cocinada al dente); patatas, maíz, nueces, avellanas, almendras, pistachos, aceitunas...

Según esta clasificación, la pasta, por ejemplo, no debería ir acompañada de tomate o pimiento, sino de proteínas o verduras. Pero, como decíamos, no es necesario desterrarla de la dieta; ni a ella, ni a ningún otro alimento. Adamski propone completar los efectos positivos de la dieta con una técnica de masaje abdominal que mejoraría todavía más la digestión. Y aunque este su método en concreto no ha sido probado con más estudios directos que la propia experiencia de sus pacientes, sí se apoya en otras probadas tesis que relacionan una adecuada flora intestinal con un peso adecuado. Además de ofrecer directamente un beneficio que muy pocas rechazarían: conseguir un vientre plano sin dejar de comer nada, ni siquiera chocolate.

 

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