"La ropa tiene que ser simple, atemporal y una extensión de la personalidad de una mujer", ha asegurado siempre Diane von Fürstenberg, aplicando esta filosofía a su firma desde el lanzamiento de esta, en 1972. Dos años después de fundar DVF, creó el famoso vestido envolvente que consiguió catapultarla a la fama, un diseño tan favorecedor del que vendía 25.000 unidades a la semana. Pero aunque muchos conocen a la diseñadora por este wrap dress, símbolo de liberación para las mujeres de aquella década, quizá pocos sepan que su creadora nunca tuvo en mente dedicarse a la moda.
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Nació en Bruselas, el 31 de diciembre de 1946, como Diane Simone Michelle Halfin. Hija de una familia judía acomodada, de padre ruso y madre de origen griego. Es a ella a quien la diseñadora ha citado durante toda su vida como un referente de independencia e inspiración. Su madre, que formaba parte de la resistencia contra los nazis, fue arrestada y llevada a Auswitch y Ravensbruck. Consiguió sobrevivir al Holocausto, y 18 meses después de su liberación, nació Diane. "Fue un milagro", llegó a decir la modista, pues los médicos aseguraron que su madre podría morir en el parto debido a su salud deteriorada y el peso tan bajo que los campos de concentración habían provocado en ella . "Vivió el horror que ninguno de nosotros puede imaginar. Por eso quiso que yo tuviese una gran vida y así fue".
La diseñadora viajó en 1965 a Madrid, para completar sus estudios y aprender español, y después se marchó a Suiza, para cursar Economía en la Universidad de Ginebra, donde coincidió con Manolo Blahnik. Al igual que ella, el genio español de los zapatos tampoco tenía pensado entonces dedicarse a la moda.
Fue precisamente en Ginebra cuando la vida de Diane dio un giro, pues en la universidad conoció a Egon von Fürstenberg, hijo mayor del príncipe Tassilo zu Fürstenberg y su primera esposa, Clara Agnelli, heredera del imperio de coches Fiat. "Mi marido era muy guapo y muy promiscuo", llegó a definirlo en 2024 durante una entrevista con The New Yorker. "Íbamos a fiestas, cenas, bailes y bares gay, ¡todas las noches!"
Con el aristócrata alemán comenzó a salir y se casaron en 1969, cuando ya se encontraban esperando a su primer hijo, el príncipe Alexandre. Más tarde, nacería la princesa Tatiana, ambos en Nueva York, ciudad a la que la pareja se trasladó tras cursar sus estudios.
Ajena a los rumores que tachaban su matrimonio de conveniencia y especulaban sobre Egon von Fürstenberg —al igual que el segundo marido de Diane, el multimillonario Barry Diller, Egon también reconoció con el tiempo su homosexualidad—, Diane comenzó en la Gran Manzana con su negocio.
"Tengo que ser independiente", aseguró en 1973 a New York Magazine, un año después de lanzar su firma. "La situación ahora entre hombres y mujeres es extremadamente difícil. Una mujer ya no necesita un hombre, pero finge que necesita su protección. Los hombres son los grandes perdedores. No saben cómo manejar a la nueva mujer. Pero luego, la nueva mujer no sabe cómo quiere ser manejada".
Si pelos en la lengua, la diseñadora siempre se ha caracterizado por su honestidad, su falta de prejuicios y sus ganas de ser económicamente independiente. Fue cuando trabajó para el importante fabricante de textiles Angelo Ferretti que comenzó a interesarse en el diseño. Ferretti le enseñó los procesos de fabricación, desde la creación de los tejidos hasta el patrón de la ropa, lo que despertó su pasión por el diseño de moda.
El nacimiento de un vestido icónico: el wrap dress
A partir de ahí, Diane von Fürstenberg (se divorció de Egon en 1983, y aunque perdió el título de princesa, mantuvo el apellido de él), decidió lanzarse de lleno al mundo de la moda. En 1972 fundó DVF, su firma personal. Aunque inicialmente el mercado de la moda no era fácil, Diane estaba decidida a romper moldes y ofrecer algo diferente: ropa que reflejara la independencia y la seguridad de la mujer moderna.
Este enfoque se reflejó inmediatamente en sus primeros diseños, y especialmente en su famoso vestido envolvente. No solo era un diseño atractivo y fácil de llevar, sino que se convirtió en un símbolo de empoderamiento para las mujeres de los años 70. "Quería crear algo que fuera práctico y, al mismo tiempo, favorecedor. Algo que representara la nueva mujer: libre, activa y capaz de controlar su propio destino", aseguró la diseñadora.
Tenía 27 años cuando creó este modelo inspirado en los trajes de las bailarinas, que se ajusta a la figura mediante un cruce en la parte delantera, con una lazada o cinturón en la cintura, de tejido cómodo y ligero. "El vestido envolvente te moldea completamente y aporta un lenguaje corporal que ocurre sin que te des cuenta. Alguien una vez dijo algo muy gracioso que creo que lo define bien: Es el vestido con el que puedes ligarte a un hombre sin que a su madre le importe", bromeaba el pasado año durante una entrevista con la edición estadounidense de Elle, con motivo del 50 aniversario de esta creación.
A lo largo de su carrera, Diane von Fürstenberg ha demostrado que la moda puede ser mucho más que solo ropa. Su compromiso con las mujeres es un pilar fundamental de su legado, tanto a través de sus diseños como en su trabajo filantrópico. En 2010, fundó los DVF Awards, destinados a honrar a mujeres extraordinarias que han luchado por los derechos de otras, siempre con la convicción de que dar visibilidad a las mujeres es una forma de generar un cambio real.
Hoy, su nieta Talita von Fürstenberg comienza a tomar protagonismo en la firma. La joven quiso seguir los pasos de su abuela, con quien además mantiene una excelente relación, y desde hace unos años forma parte de DVF como diseñadora, copresidenta y, por tanto, su sucesora más lógica, a quien la diseñadora le trata de inculcar sus mismos valores: "La moda debe hacer que las mujeres se sientan seguras de sí mismas", afirma.
