El significado de la palabra vintage ha cambiado, y con él, nuestra noción de lo que es especial y único. ¿A qué me refiero? Nos emociona la inmediatez, ese chute de dopamina, y cualquier prenda de hace dos temporadas ya se considera "pasada" o, en palabras más bonitas, vintage, porque el francés siempre suena mejor. Como defensora férrea de la segunda mano y adicta a la sensación de tener algo que ya no se vende en tiendas, he adoptado la costumbre de recorrerme los mercadillos de Madrid casi cada fin de semana, y con la ayuda de nuestra experta, Cristina Pato López, quiero convencerte de que lo hagas tú también. Estas son las claves para encontrar lo mejor en Majadahonda, El Rastro, Las Ranas... ¡hasta Portobello Road!
Así compra nuestra experta en los mercadillos del fin de semana
Si, cada vez que lo intentas, no consigues dar con esas prendas soñadas que guardan décadas de historia entre sus costuras, no es casualidad ni mucho menos culpa tuya. Cristina, fundadora de @desupadreydesumadre, mi cuenta de Instagram de confianza para fichar las chaquetas ochenteras más hermosas, coincide: "Hace seis años los mercadillos tenían prendas maravillosas, fue un época que disfruté mucho se encontraban tesoros a muy buen precio y coincidió con el comienzo de mi trabajo. Hoy en día es más difícil porque lo bueno es mucho más limitado y hay que moverse más".
La tecnología y la digitalización han permitido mecanizar una gran cantidad de trabajos. En la moda, esto ha supuesto el progresivo abandono de los oficios artesanales y, por tanto, también de una confección meticulosa y la utilización de materiales nobles y duraderos. Como usuarios, nos hemos acostumbrado a pagar menos, sí, pero también a vestir peor. Internalizamos que una prenda no puede durar más de cinco años en el armario sin desgastarse del mismo modo que, al comprarla, jamás tenemos la intención de ponérnosla más de una decena de veces.
Aunque cualquier chaqueta en Zara pueda costarte menos de 50 euros, fichar una que fue realizada en los años 90 con un tejido de lana premium que se conserva casi intacto tendrá un precio más elevado. Es tu decisión estar dispuesto a pagarlo. Porque ir de mercadillo -esta es una de las creencias erróneas más comunes- no siempre implica gastar menos ni comprar barato; eso sí, a veces se aconseja regatear, pero no existe un protocolo concreto.
Cristina nos adelanta que ella, en la mayoría de los casos, no lo hace, ni lo quiere hacer: "Soy consciente del valor de la prenda, del trabajo de la persona que atiende en la calle y la escasez de prendas de calidad. Es una rueda en la que todos tenemos que ganar. Si es algo más costoso, lo lucho un poco también por beneficio de mi cliente, y que todos tengamos una compra justa. Creo que hay que ser un justo comprador y valorar las cosas por lo que son".
Te mentiría si dijese que no he intentado rebajar una cazadora Barbour de 250 euros a 150 en Vinted, sabiendo que era una batalla perdida. No solo nos hemos acostumbrado a pagar poco, sino que luchamos con todas nuestras fuerzas para gastar lo mínimo posible, como si la calidad de la prenda no fuese un factor a tomar en cuenta. Y la presencialidad es una manera de hacer frente a este mal, porque a mí nunca se me ocurriría pedirle a un comerciante, mirándolo a los ojos, una rebaja de 100 euros en el precio de una chaqueta, a menos que esta estuviese en mal estado.
Ah, porque para ello, además, tendría que saber identificar cuándo una prenda está en mal estado, más allá de las manchas visibles o las costuras descosidas. Estas apps, aunque nos encante usarlas, no nos enseñan a entrenar el ojo para comprar mejor, ni online ni en persona.
Las señales que indican si una pieza merece la pena (o si debes dejarla pasar)
Porque no basta con presentarse a las diez de la mañana en El Rastro con la tote bag: "Hay que trabajar el ojo y saber buscar es fundamental, eso se aprende tocando ropa constantemente, día a día, dedicarle tiempo y hacerlo con gusto", asegura Cristina. Si pensabas que íbamos a darte una solución rápida, lamento decirte que estabas equivocada. Parte de la experiencia de comprar en vivo y en directo es diseccionar cada prenda, desde el tejido hasta las etiquetas, los botones y el forro, y es aquí donde se distingue el mercadillo de la app.
Al preguntarle a Cristina cuál es el error más frecuente que comete la gente, es tajante: "El mismo que en la compra común, ser compulsivo, no buscar una prenda con un sentido funcional o de disfrute. Por eso el 'fast fashion' ya está en el mercadillo. Comprar por comprar. Hay que ser buen inversor en la moda también".
Los errores más típicos al comprar en mercadillos
Hablamos de una experiencia de compra más pausada, que quizá te exige que cojas el metro, hagas algo de cola y hables con el vendedor, pero tras la cual te volverás a casa con la seguridad de que hiciste una buena inversión. A mí tampoco me fascina la interacción social, créeme, que soy de las que se infartan cuando alguien llama sin avisar primero por Whatsapp, pero lo que diga @desupadreydesumadre va a misa. Su método no tiene fisuras: "Prefiero ver el producto en directo o trabajar con persona que están más especializadas en prendas de mi interés. Pero cualquier lugar puede ser bueno para encontrar un tesoro".
Cierto es que puedes ir buscando unos pantalones de cuero, pero acabar enamorándote de unos de ante con tachuelas. Mantener la mente abierta es clave, así que déjate sorprender por lo que encuentres. El mercadillo no tiene un catálogo a la medida de tus preferencias ni su oferta se rige por las tendencias del momento; esto es, precisamente, lo bonito de comprar allí.
¿Un consejo de experta para novatas como nosotras? "Puedes sorprenderte y encontrar todo tipo de cosas. Hay que ser curioso y tener paciencia. Ir con la actitud también te lleva a encontrar prendas en los lugares más inesperados. Creo que es un arte para el que le gusta sino puede ser una tarea difícil".








