Carlota Casiraghi ha nacido en el seno de una familia en la que las joyas siempre han formado parte de su ADN. La nieta de Grace Kelly ha heredado de su abuela y de su madre, Carolina de Mónaco, ese gusto impecable, esa elegancia distinguida, y ese glamour clásico y sencillo donde nunca han sido necesarios los excesos ni los artificios. Y, sin embargo, a pesar de guardar en el joyero familiar una gran abundancia de tesoros y piezas únicas, que hemos visto lucir a otras mujeres Grimaldi a lo largo de la historia, Carlota cada vez aboga más por un estilo minimalista y discreto, que también se refleja en su elección de joyas.
Si algo define el estilo de Carlota es el predominio de lo femenino y lo sencillo en cada una de sus elecciones, con propuestas que casan con la corriente del lujo silencioso, mediante piezas cuidadas y atemporales, y siempre con un punto sofisticado. Ella es una princesa moderna, y eso puede percibirse en la no elección de ciertas piezas a la hora de vestir. Especialmente, desde FASHION, nos fijamos en que sus estilismos rara vez están acompañados de pendientes. Estos han sido un eterno símbolo de feminidad, y, en el ámbito de la realeza, se han considerado históricamente como un signo de estatus y legado. ¿Por qué entonces Carlota prescinde de ellos? ¿Qué busca transmitir con esta decisión estilística? Recurrimos a la visión experta de Ángela Parra, psicóloga especializada en moda, para entender qué revela esta (no) elección sobre la personalidad de la princesa de Mónaco.
¿Austeridad o intención?
“En el mundo de la moda, el adorno no responde solamente a la estética, también es psicología social. Tras la búsqueda de embellecer el cuerpo, uno puede buscar atraer, comunicar un estatus, o marcar pertenencia”, comienza explicándonos Ángela. Entonces, ¿por qué Carlota renuncia a lucir pendientes? La experta asegura que tras esta decisión hay una clara y deliberada estrategia de buscar atraer la mirada sin recurrir a adornos, lo cual responde a su vez a una autoimagen sólida y a una fuerte seguridad. “La ausencia de pendientes no habla de austeridad, sino de intención. Carlota apuesta por una presencia que no compite ni reclama, su estilo no busca impactar a través de un detalle, sino que engloba la coherencia completa del look”, asegura.
Lejos de proyectar una apariencia inacabada, la decisión de Carlota de despojarse de pendientes conecta directamente con su esencia de effortless chic y minimalismo con sentido, “Entiende que el exceso hace ruido, cuando hay demasiada decoración, la esencia se diluye. Su apuesta es menos para que lo importante destaque”, analiza Ángela Parra. Por otro lado, desde el punto de vista de la psicología, añade que en esta aparente simplicidad existe también una cierta madurez y claridad emocional. "Cuando sabes quién eres, tu ropa y tus accesorios dejan de ser máscara para convertirse en extensión de ti. Por ello, la imagen de Carlota indica coherencia e intención”.
Nuestra experta también apunta que, en el caso de Carlota, que proviene de una familia donde las joyas han sido lenguaje de estatus y continuidad, “su decisión funciona como un filtro. No rompe con sus orígenes, pero tampoco los reproduce por reflejo. Selecciona cuándo adornarse y cuándo no”. Carlota redefine su estilo en claves más contemporáneas, y convierte la ausencia de pendientes en una declaración de identidad y estilo propio, pero siempre manteniendo como telón de fondo su legado, su herencia, la influencia de su madre y de su abuela y sus claves de eterna sofisticación y elegancia clásica. Sus joyas son sobrias, clásicas y discretas, alejadas del exceso, pero no por ello renuncian a transmitir una imagen femenina. “Su feminidad no depende de brillos ni de acentos explícitos; está en la construcción del conjunto, en las siluetas de sus looks, y en esa seguridad con la que habita la ropa”, concluye.









