Su primer gran amor fue la danza. A los 6 años comenzó a bailar y esa disciplina y pasión le han acompañado toda la vida. De sus inicios, en España, Rocío Muñoz Morales recuerda con cariño la gira que hizo como bailarina con Julio Iglesias. Más tarde, llegó Italia, país que le ha brindado grandes oportunidades, como presentar el Festival de Sanremo, ser madrina del Festival de Venecia, o tener un programa en prime time en la televisión pública italiana. A estos proyectos, se unen los de su faceta como escritora (va por su tercera novela). Y hay más. Este año, en España, tiene entre manos un nuevo proyecto televisivo que le llena de felicidad. No hay duda de que nuestra protagonista está viviendo una etapa llena de creatividad y movimiento. En este editorial, nos habla de sus éxitos, mientras se mueve al ritmo de las nuevas tendencias.
-¿Qué te llevó a dar el salto de la danza a la interpretación?
-La danza fue mi primer gran amor. Pero, con el tiempo, sentí la necesidad de expresarme de otra manera más interior, más completa, acercándome a las historias de la gente. Me llamaba muchísimo la atención explorar personajes y emociones más profundas y complejas. La interpretación me dio esa libertad de ponerme en la piel de otros, de descubrir mundos nuevos, y fue un salto natural para mí porque ya tenía esa base de comunicación a través del movimiento. Cambiar de disciplina fue un desafío, pero también una aventura que me ha enriquecido muchísimo.
-Bailarina, actriz, presentadora, escritora… ¿En qué faceta te sientes más cómoda?
-El baile forma parte de mi pasado, de mis raíces, y le tengo un cariño inmenso porque me enseñó el valor de la disciplina. La escritura, cuando la practico, siempre nace desde mi experiencia como actriz, desde la necesidad de contar algo que he vivido o sentido. Pero, a día de hoy, lo que realmente me llena es interpretar, sumergirme en historias y dar vida a personajes lejanos a mí. Es ahí donde me siento más libre, más viva. Estoy en un momento de mi vida en el que el directo tiene un gran valor, ya sea sobre un escenario haciendo teatro o presentando en televisión. Esa conexión real con el público, sin filtros, tiene algo muy poderoso para mí.
-¿Crees que la danza, la interpretación y la moda tienen puntos en común?
-Para mí, están profundamente conectadas porque todas son formas de contar historias, de sentir. En la danza, aprendes a expresarte con el cuerpo, a habitar emociones a través del movimiento. Y la moda, aunque a veces parezca superficial, también es una herramienta narrativa: cómo te vistes puede cambiar cómo te sientes, cómo te mueves, incluso cómo te relacionas con el mundo. En mi camino, cada disciplina me ha nutrido y enseñado algo distinto, pero todas han sido parte de la misma búsqueda: comunicar quién soy y conectar con los demás.
-¿Qué destacarías de la moda española? ¿Y de la italiana?
-De la moda española me encanta su fuerza, su personalidad. Tiene carácter, raíces y, a la vez, una gran libertad creativa. Hay una mezcla muy bonita entre lo tradicional y lo contemporáneo. Me gusta cómo se arriesga, cómo se expresa con valentía y con pasión. De la moda italiana, destacaría su elegancia atemporal. Tiene ese sentido innato del estilo que parece casi natural, como si no necesitara esfuerzo. Es sofisticada, muy cuidada, pero nunca exagerada. Sin duda, mi estilo es un mix de ambas culturas.
-Eres mamá de dos niñas. ¿Qué te ha enseñado la maternidad?
-Ha sido, sin duda, una de las experiencias más transformadoras de mi vida. Ser madre me ha completado como ser humano y me ha enseñado a ser más paciente, a valorar el presente y a entender lo que realmente importa. Mis hijas me han mostrado una forma de amor incondicional que no conocía antes, y gracias a ellas he aprendido a ser más fuerte… y también más vulnerable.